Psicodinâmica de los ôrganos urogenitales

Dr Bernard Auriol

(traduction de Hector Spivak)

 

 

En un articulo publicado en « Études psychothérapiques », el profesor Klotz distingue los tres mecanismos principales que cabe considerar en el campo psicosomâtico.

-          E1 primero, el del condicionamiento, por una especie de entrenamiento perverso lleva a que el organismo « recite » - tales son sus propias palabras - una sucesiôn de reacciones que terminan por dar uno o varios sïntomas, a partir de una situaciôn desencadenante, de una estructura- gatillo. Sôlo diré aqui que tal somatizaciôn puede ofrecer un aspecto relativamente arbitrario, ya que la parte del cuerpo afectada, la manera en que lo ha sido y la estructura- gatillo sôlo se hallan determinadas por las circunstancias histôricas aleatorias que han constituido el condicionamiento. La propia definiciôn del mecanismo descarta cualquier bûsqueda de significaciôn simbôlica conceptualizable. En estos casos podria indicarse la terapia basada en el condicionamiento operante - o màs exactamente el « descondicionamiento »- . Mediante la investigaciôn psicoanalitica es posible realizar una lectura subjetiva individualmente esclarecedora que, sin embargo, no siempre cura los trastornos.

-           E1 segundo mecanismo es el descrito por Groddeck como una creaciôn del Ello, el aspecto màs fundamental del psiquismo, especialmente activo en las criptas del inconsciente, donde soma y psiquis convergen y se confunden hasta tal punto que resulta problemàtico hablar de uno u otra. Para Groddeck, como para Freud, la forma casi abstracta del deseo que habita el Ello es tan claramente universal que corresponde calificarlo de SEXUAL. Deseos frustrados, deseos que se desgarran mutuamente, sometidos a diversos impedimentos : represiôn, negaciôn, forclusiôn... Estamos en presencia de un organismo en el que el conflicto prevalece sobre la sintesis, y donde la büsqueda de satisfacciôn puede coincidir parcialmente con el dano autoinfligido y con diversas formas de masoquismo y de expresiones mortiferas. E1 alejamiento con respecto a la consciencia es més o menos considerable : de los trastornos màs lesionales se pasa a los mâs funcionales, y de los màs indescifrables a los que llamariamos màs « mimicos » por la claridad con que hablan de lo que la paciente no puede decirse.


 

As! desembocamos en la Histeria, de la que Roger Géraud afirmaba

« Un ginecôlogo que no conociera a fondo la histeria me haria pensar en un cirujano que ignorara la anatomia ». Bien sabemos que los antiguos atribuian la histeria a una inestabilidad de la matriz uterina, capaz de pasearse por diferentes partes del cuerpo...

Aunque los masajes ovàricos facilitan o frenan las crisis histéricas, el psicoanâlisis no ha confirmado su caràcter especificamente genital. Por el contrario, corresponde insistir sobre ciertos aspectos de la personalidad muy anteriores a la fase de maduraciôn genital (pubertad), e incluso previos al estadio fàlico y al periodo edipico. Resulta fàcil observar el cuadro espectacular de la « gran simuladora », pero tras semejante murovisual (« ser para la mirada ») se descubre un estrato màs arcaico aûn, donde intervienen los mecanismos de la oralidad. Ambos se conjugan perfectamente en los « regimenes para adelgazar ».

En su aspecto mà.s primitivo, el deseo - salvo el deseo de seguridad, que conviene considerar aparte - se manifiesta coma, oralidad. Remontando del presente al pasado, Freud la, puso todo bajo el signa, de la categoria sexual. Pero considerando la vida psicolôgica como desarrollo de una tendencia devorante se obtendria un teoria formalmente equivalente, y con igual valor operatorio. La teorla pansexual de Freud o la hipotética teorîa pangustativa recién mencionada explican el mecanismo histérico de modo anàlogo. En el desarrollo normal, el deseo oral cede progresivamente su lugar a la autoafirmaciôn contemporànea del descubrimiento de la funcién del ana, y de su control. La visiôn permite gozar de la acciôn debida a este ôrgano. Por asi decirlo, una perversiôn de tal mecanismo termina dando la histeria, donde la manifestaciôn de poder consiste en ponerse en posiciôn de suscitar un deseo en el otro mediante el espectàculo propuesto no se tratar de tener hambre de un objeto, sino del hambre de otro (soy la manzana que deseas pero no me comeràs, soy un fruto no comestible, una manzana de plâstico). Juego de seducciÔn, dialéctica de la violaciôn y del miedo a la violaciôn, espejismo, simulacro de seducciôn, agotador juego de escondite. Obviamente, el juego es peligroso, tanto para el paciente, que actûa en pos de la vanidad, como para los interlocutores - as! sean médicos - que caen en la trampa.

Muchos colegas han sido deglutidos por esas aguas : un analista errante de paciente a secretaria, un ginecblogo perplejo ante el fiasco de sus operaciones radicales que en un principio parecian milagrosas, etc.

- E1 terrer tipo de somatizaciôn descrito por Klotz s61o es parcialmente satisfactorio. Lamentamos la brecha que la, separa de la somatizaciôn de tipo Groddeck histérica o màs gravemente lesional. Confieso que, por su parte, el estado actual del psicoanàlisis favorece el hiato, aunque la, rellene con negaciones o bellas palabras. Nos falta el paso entre la, histérico, la, psicosomàtico significante pero lesional y la, psicosomàtico con determinaciôn neuroendocrina, sin especificidad psicolôgica evidente. Klotz senala que « los sintomas observados muestran 1a debilidad previa de un sistema neurohormonal o neuroinmunolôgico ». Esto me parece una descripcibn vàlida de la, que observa el clinico. Sin embargo, podriamos utilizar los estudios de algunos viejos investigadores para tratar de formular una sintesis o esbozar una futuro perfil.

Cuando se habla de Psicodinàmica generalmente se alude a la concepcibn psicoanalitica, cruzada con un poco de jacksonismo. Existe otra posibilidad, basada en la observaciôn de los yoguis.

Los teôricos del Yoga pusieron de manifiesto una tôpica psicosomàtica que vincula ciertas concepciones filosôficas (a las que no aludiremos aqui), ciertos paràmetros psicoldgicos y una descripciôn anatbmica. Este enfoque relaciona de modo sistemàtico un

nivel corporal que contiene varias metâmeras (en sentido embriolégico) con los ôrganos neuroendocrinos correspondientes y los brganos inervados por las fibras neurovegetativas consideradas. Dicho nivel corporal se vincula con un conjunto de datos psicolbgicos especificos, a veces inesperados, un ôrgano de acciôn y un ôrgano de percepciôn, que es asimismo un lugar de goce.

Se identifica as! una zona bàsica, en relaciôn con el cbccix, que estaria vinculada con la energia psiquica indiferenciada, el placer del olfato y la necesidad psicolôgica de seguridad. A nivel psicogenético, se trata de la época en que nuestra madre nos llevaba en sus brazos, nos acunaba, cuidaba nuestro cuerpo y era reconocible por su olor. Nacen aqui el deseo màs elemental, màs primitivo, y el deseo menos negociable del gourmet, del amante. También el odio con respecto a alguien que no soportamos (en francés, literalmente « que no podemos oler ») aunque busquemos razones para quererle.

Luego se encuentra la zona sacra, que estaria relacionada con la avidez deseante : a ese nivel, el individuo es consciente de un objeto preciso de deseo, manifiesta màs gusto por esto que por aquello otro, goza por la boca. Se trata del « estadio » oral freudiano, con una salvedad : este estadio no termina, sino que sigue presente, subyacente a todos los otros aspectos del deseo y del organismo. Alli se sitûa el hara de los japoneses, el centro de gravedad fisico, y quizâs psiquico del ser humano. También en este sector se encuentran los ovarios y el ûtero. E1 ûtero errante no seria otra cosa que un centro de gravedad mal asentado. En esta regiôn no sblo el deseo tiene una orientacibn clara, sino que ademàs tiende a suscitar la acciôn precisa que permitirà satisfacerlo : la mano coge la manzana codiciada. Màs adelante volveremos a hablar de esta regiôn.

Viene luego la muy conocida zona del plexo solar y los lomos, relacionada con la afirmacibn de la potencia del individuo, zona de agresividad, de la risa, del placer de ver, de la capacidad de mostrarse dueno de si o sin control, constructivo o danino, zona afiliada al estadio sàdico- anal de Freud. Hemos dicho ya que la personalidad histérica vivia en los confines de esta regibn y de la precedente, pervirtiendo sus relaciones.

Màs arriba encontramos la regiôn toràcica, regiôn del corazôn, del tacto y del contacto, sintesis de las aspiraciones y las pulsiones relacionada con el estadio fàlico del psicoanàlisis. regibn del yo y de la distincidn del yo y el no- yo : inmunidad, alergia, piel. Posible ligazbn con las enfermedades mamarias y el metabolismo de la prolactina.

Luego se halla la garganta, relacionada con los aspectos de distinciôn, de selecciôn : lugar de palabra y de escucha, adquisiciôn del lenguaje, sentimientos oscuros, diversas formas de ambivalencia, de incertidumbre, de obsesionalidad, de problemas identificatorios, separaciôn de los buenos y los malos aspectos en si mismo y en el otro, regiôn donde reinan la proyecciôn, la persecuciôn, la negaciôn. Nos encontramos del otro lado del espejo, del lado de la muerte y de la metanoia.

Sigue una regiôn frontal de goce intelectual de aspiraciones ideales, de ley deslumbrante o castradora, de superyô vengativo o tranquilizante, de ideal del yo inaccesible o motivante, etc.

Para configurar este cuadro esquemàtico se han desarrollado datos del Yoga declarado en términos màs o menos analiticos. Su antigüedad no nos exime de una verificaciôn minuciosa con los métodos cientificos occidentales (estadisticos, epidemiolôgicos, psicofisiolôgicos, psicoanaliticos). Personalmente, lo utilizo y afino desde hace màs diez anos, y me complace proponerlo a la critica a fin de obtener confirmaciones u objeciones basadas en la experiencia clinica.

Segün el sucinto esquema que acabamos de presentar, cabe esperar que los trastornos ginecolôgicos tengan un estrecho parentezco con la esfera oral, especialmente en lo referido a los ovarios, el ûtero y la vejiga. Resulta interesante examinar este vinculo, inesperado para el sentido comûn, y màs aûn para el sentido comûn psicoanalitico, que lo ha puesto de manifiesto y, soprendido, ha tratado de explicarlo sin mucho éxito.

Un caso particular y muy sugestivo es el del reconocido vinculo entre oralidad y trastornos menstruales. La amenorrea puede parecer una consecuencia de la anorexia por el empobrecimiento debido a la falta de alimentos. Sin embargo, a veces se observa la anorexia a posteriori de un amenorrea primitiva.

Muchas veces se destacaron las relaciones entre la histeria y la oralidad.

E1 estado fisiolôgico de embarazo se acompana de modificaciones orales muy conocidas : antojos que no deben ser contrariados, nàuseas y vbmitos que se prolongan en casos patolôgicos.

Los embarazos psicolbgicos se observan especialmente en un terreno histérico, y despliegan el cortejo oral clàsico, con eventuales modificaciones en el sentido de una obesidad enganosa.

Pero no se ha de limitar la psicogenicidad uteroovârica a la oralidad en sentido psicoanalitico. La zona organismica sacra comprende, como se ha dicho, el surgimiento del deseo diferenciado, el apetito de vivir, la necesidad de crear y de engendrar. Estos ûltimos elementos, contrariamente a las apariencias, son los menos profundos. También se encuentran aqui la captacibn, la « adquisividad », la avidez, y todas las frustraciones de estos impulsos del carâcter fundados en la oralidad... Por otra parte, existe una agresividad no- anal, de tipo devorador y « destrozante », que puede explicar algunas somatizaciones ginecolôgicas, como las distrofias ovàricas y el càncer de cuello. La falta de deseo creativo, de apetito vital, puede explicar numerosas esterilidades psicbgenas.

Las mujeres que sufren de prurito serian mujeres tensas, agresivas, deprimidas, que desean ser amadas. Si bien estas caracteristicas son bastante vagas, también se observa que han perdido a un ser querido - lo que remite a la regiôn toràcica - , y que tienen problemas econsmicos - lo que remite a la « adquisividad » de la regibn sacra - . Debemos evitar la unilateralidad, puesto que ningûn trastorno psicosomàtico tiene una causa perfectamente localizable : siempre se trata de una interacciôn energética, con sus excesos, sus defectos y sus bloqueos entre diversas regiones de la personalidad. La localizacibn de un trastorno hace que hable una regiôn del cuerpo en el sentido que hemos esbozado màs arriba, ya por exceso de energia debido a un bloqueo supra- o subyacente, ya por una falta de energia (infecciones, hiposecreciones), asimismo causado por un bloqueo supra- o subyacente. En la génesis de un trastorno explicable desde este punto de vista siempre intervienen al menos dos regiones.

(Psicodinàmica de los ôrganos urogenitales, Dr Bernard Auriol, mayo de 1984).

ûltima puesta al dia : 27 de junio de 2004

 

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17 Décembre 2005