LA DIALÉCTICA DE LAS POSTURAS

(El Yoga y la Psicoterapia - CAPITULO SEXTO)

Dr Bernard Auriol

 

Para precisar el valor y el lugar que en la terapia ocupan las posturas, conviene examinar un poco lo que la fisiología nos enseña sobre el funcionamiento muscular [1] .

1. El funcionamiento muscular

Cada músculo puede estar tenso o relajado. Algunos están sometidos al control de la voluntad: los "estriados". En cuanto a los "lisos", se llegó a creer que un yogui entrenado era capaz de dominarlos directamente: estudios más precisos han demostrado que hay que seguir clasificándolos, incluso con respecto a un yogui excepcional, en la categoría de la musculatura involuntaria, cuyo control (que es factible) no puede ser sino indirecto. Quiero hablar a continuación del control del esfínter vesical y de los movimientos intestinales:

  1. Se sabe que un yogui entrenado puede introducir agua en su vejiga a través del pene.
  2. De igual manera, es capaz de aspirar agua por el ano, introducirla en el intestino y hacer circular por ella el contenido del colon a su voluntad [2] .

Estudios muy precisos, y en especial la tesis de Risch, han probado que la aspiración del agua se debía a una depresión barométrica intrabdominal, realizada gracias a una elevación del diafragma, al tiempo que los músculos estriados del abdomen ejercían una tensión suficiente en sentido vertical y una presión nula en sentido horizontal. Desde luego, es preciso que la apertura de los esfínteres se realice al mismo tiempo. Los esfínteres estriados se relajan, mientras que los lisos han sufrido previamente repetidas distensiones, incluso hasta quedar vencidos, con ayuda de cánulas de junco. Su relajación voluntaria no ha sido, por tanto, demostrada.

El dominio de la musculatura lisa de los vasos es posible, y el entrenamiento moderno por medio de la bio - retroacción lo pone al alcance de cualquiera [3] . Hace ya mucho tiempo que el training autógeno nos había enseñado a dilatar los vasos periféricos hasta conseguir que la temperatura cutánea aumentase de un grado a un grado y medio [4] .

El control de la musculatura cardíaca es asimismo real, pero no parece sobrepasar nunca el paro aparente (estetoscópicamente) del corazón, sin que llegue a producirse un paro electrocardiográfico [5] .

El tono muscular se somete mejor a la voluntad que el vascular, aunque no es tan accesible como la contracción ("fásica") voluntaria.

Esta última tiene lugar sobre el trasfondo de un tono muscular, precisamente, que afecta al conjunto del cuerpo y se modula para preceder, acompañar y seguir cada uno de sus movimientos [6] .

Una postura fija, inmóvil, puede suponer una intencionalidad activa actual (como cuando se juntan las manos por encima de la cabeza) que desaparece una vez relajada la atención (las manos caen). Otra postura de este tipo puede, además, o exclusivamente, implicar una distribución de tensiones musculares realizada automáticamente una vez colocadas en su sitio las diferentes partes del cuerpo.

Lo ideal es que el tono de la postura se reduzca hasta lo indispensable (eutonía).

Habitualmente se distinguen dos clases de músculos estriados: los músculos rojos tónicos y los músculos blancos fásicos.

La electromiografía ha permitido demostrar que en cada músculo existen "unidades motrices" (fásicas) utilizables para el movimiento, y unidades motrices (tónicas) responsables del grado de tensión muscular espacial (cuando otro músculo actúa fásicamente) o temporal (iniciando o siguiendo la contracción fásica).

Se ha comprobado que los músculos "rojos" contienen mayor cantidad de "unidades motrices" de tipo tónico y desempeñan un papel primordial en el mantenimiento del tono muscular global de la postura.

Los músculos pálidos se encargan más bien de producir los movimientos: contienen más unidades musculares de tipo fásico [7] . Debe hacerse notar que todos los músculos participan en la actividad tónica y todos en la fásica: solamente hay predominio de una u otra actividad conforme a los grupos musculares.

Los músculos rojos "tónicos" reciben, como es lógico, un gran número de neuronas de tipo tónico que envían influjos prolongados y de frecuencia proporcionada a la intensidad del tono muscular. Provocan, naturalmente, respuestas musculares lentas [8] , que se autofrenan por retroacción gracias a la curva de Renshaw. Así pues, todo está dispuesto en los músculos rojos para producir contracciones prolongadas, poco intensas y de instalación lenta.


Las asanas siguen las mismas características: contracciones prolongadas, puesta en acción muy progresiva.

Cuando una contracción tónica prolongada se relaja a la altura de una motoneurona, vemos aparecer un potencial eléctrico "tardío" que vuelve hipoexcitable a ese filete nervioso. Esto fundamenta los notables resultados del método Jacobson [9] de relajación en el que un grupo muscular se contrae fuertemente para obtener al instante después un relajamiento perfecto.

Cada postura de hatha - yoga, al igual que cada ejercicio de la relajación dinámica de primer grado [10] , irá seguida de una fase de "recuperación" en total pasividad. El practicante experimentará entonces impresiones de calor o de sosiego intenso, localizadas en el grupo muscular que haya trabajado. A menudo podrá sentir la existencia de "corrientes" o "vibraciones" muy agradables que la bioenergía ha redescubierto.

La importancia del dominio nervioso sobre la función muscular es tan grande que el músculo se modela, incluso en su estructura microscópica, de acuerdo con lo que le exige el nervio. De este modo, si se "conecta" un nervio de acción rápida a un músculo de tipo lento (rojo), éste se transforma y se convierte en un músculo pálido de tipo rápido [11] .

La alternancia de posturas antagónicas en el yoga logrará que se tensen y destensen, por turno, grupos musculares de efectos opuestos. De ello se desprende necesariamente una flexibilización perceptible incluso en una sesión de veinte minutos. Se observa lo mismo si se emplea el método Mézière.

La yogaterapia mejorará si se evalúan estos progresos, primero, al principio de la cura y, después, al cabo de ocho días, de un mes y de dos meses [12] . Si no se produce una mejoría al cabo de tres meses, más vale que el paciente intente otra actividad.

II. La regulación del tono por la médula espinal

Existe en el músculo un conjunto sensitivo y muscular denominado huso neuromuscular. Cuando está estirado, envía influjos proporcionales a su alargamiento a las motoneuronas, aunque toda extensión del músculo tiende a engendrar una contra-acción de acortamiento.

Hecho notable: las fibras que conducen los influjos del huso neuromuscular hasta la médula son de dos clases:

  1. fibras I, sensibles a la velocidad del cambio;
  2. fibras II, simples indicadores de longitud.

Mientras que la gimnasia activa de la misma manera los dos tipos de fibras por medio de movimientos musculares rápidos, el yoga y la eutonía, mediante otros muy lentos, disocian funcionalmente ambas fibras y no excitan más que a las segundas.

Éstas transmiten su influjo a las motoneuronas alfa por mediación de varias interneuronas. Laporte y Eccles (1959) demostraron que la acción resultante excita los músculos flexores e inhibe los extensores [13] .

El cerebro frena y modula este efecto, que no se observa plenamente más que si la médula actúa sola (animal "espinal" cuyo cerebro se ha dejado fuera del circuito). No obstante, está claro que este mecanismo permite que una flexión vaya mucho más lejos en yoga (movimiento lento) que en gimnasia. Aunque en menor grado, sucede lo mismo en lo que respecta a la extensión.

El huso neuromuscular que lleva las terminaciones I y II puede ser activado por motoneuronas gamma. El acortamiento produce entonces un aumento de la estimulación de las fibras I y II. Dirigida por las partes superiores del sistema nervioso, la motoneurona gamma representa una actividad más elaborada que las que he descrito hasta ahora.

Las variaciones de actividad de las fibras gamma regulan la longitud del músculo. Ahora bien, la actividad de estas fibras se rige a su vez por influencias superiores.

III. Regulaciones supramedulares

1. Reflejos de origen cervical

Los receptores situados en las articulaciones cervicales se ponen en acción cuando existen movimientos de la cabeza y del tronco. En un animal descerebrado, los desplazamientos de la cabeza entrañan modificaciones de la distribución del tono muscular de los miembros: es el reflejo de Magnus. De esta suerte, una flexión de la cabeza produce una disminución del tono en el tren anterior y un aumento en el posterior (posición del animal que se alimenta). Una extensión de la cabeza causa el fenómeno inverso: la posición de prepararse a saltar un obstáculo.

La "erección sobre los hombros" (sarvangasana) utiliza y refuerza el reflejo de Magnus:

-        hiperflexión de la cabeza,

-        tensión de las piernas, suficiente para mantenerlas verticales,

-        relajación más o menos lograda de los brazos.

Lo mismo hace la "postura de la cobra" (lám. 3):

-        hiperextensión de la cabeza,

-        tensión de los brazos,

-        relajación de las piernas.

2. Reflejos de origen vestibular

Parten del vestíbulo, aparato de recepción de nuestra posición en el espacio (en relación con la gravedad) y en el tiempo (en relación con la aceleración).

Los receptores maculares son sensibles a la gravedad: proporcionan información sobre la posición estática del organismo. Así, cuando un animal descerebrado está patas arriba, sus receptores se activan al máximo, lo que provoca un aumento del tono extensor de los cuatro miembros [14] .

En el yoga, la "erección total sobre la cabeza" (shirshasana) es una posición en la que todo el cuerpo se invierte, inclusive la cabeza. Las piernas - y, accesoriamente, los brazos - están en extensión de una manera que, como se ve, es perfectamente automática, subcortical y refleja. Los maestros del hatha - yoga no ahorran elogios sobre esta postura. Al ser inversa a la posición sobre los pies, puede impulsarnos a reconsiderar nuestras perspectivas, a relativizar nuestro sistema jerarquizado de valores y a contemplar desde una cierta distancia nuestras actitudes reflejas habituales.

3. Acción de la formación reticular

Magoun [15] ha demostrado el papel determinante que representa la sustancia reticular del tronco cerebral sobre el tono gracias a formaciones activadores que lo aumentan y a formaciones inhibidoras que lo disminuyen. Las primeras actúan por mediación de dos vías: una rápida y precisa, y otra lenta y difusa. Todos estos influjos se reúnen a la altura de las motoneuronas gamma.

Euler ha observado el paralelismo entre el tono y la activación de la corteza cerebral. De esta forma, la mayoría de las estimulaciones que bombardean la formación reticular con influjos perturbadores engendran a la vez el despertar cortical y la hipertonía muscular [16] .

El yoga nos pide que nos pongamos a salvo, en la medida de lo posible, de las estimulaciones inútiles o inadecuadas. Por otra parte, es idóneo para proporcionar una disociación tal que podamos permanecer muy alerta al tiempo que sosegados.

De igual modo, podemos sumirnos en un medio superestimulante sin consentir que esta estimulación nos trastorne, pero ¡solamente después de un largo y paciente trabajo!

El yogui controla el tono gracias al dominio de la corteza sobre el conjunto de formaciones que hemos estudiado al principio.

4. Acción de la corteza cerebral sobre el tono

Al estimular un punto de la corteza del lóbulo frontal, Mac Culloch [17] obtiene un aumento de la actividad inhibidora de la formación reticular y, por tanto, una relajación muscular. De los estudios de Hugelin puede deducirse que existe una segunda manera de disminuir el tono muscular: efectivamente, la corteza es capaz de frenar la sustancia reticular activadora y de contrarrestar así, por lo menos parcialmente, el efecto de las estimulaciones de origen periférico. En términos ideales, debería impedir todo aumento de tono que no sirva para el mantenimiento de la postura. A ello tiende la eutonía, al igual, por supuesto, que el yoga.

Si se suprime la influencia de la corteza en un animal, éste se vuelve extremadamente rígido (rigidez de descorticación). De ello puede inferirse que el papel esencial de nuestra sustancia gris cortical consiste en frenar la acción tónica de las formaciones nerviosas inferiores. Por tanto, de ningún modo debe considerarse que el hecho de entrenarse para conseguir la relajación por medio del training autógeno, la "bio - retroacción", la sofrologia, el hatha - yoga o la Meditación Trascendental, sea una actividad de escaso valor. Son, por el contrario, actividades nobles de reforzamiento de nuestro potencial humano. El hecho de que la sugestión, e incluso la hipnosis, puedan contribuir a este objetivo debe entenderse como un artificio destinado a reflejar sobre el sujeto una actividad cortical excesivamente fragmentaria.

El papel del cerebelo es igualmente inhibidor y, sobre todo, armonizador. Sin que dispongamos de estudios neurofisiológicos sobre el tema, podemos avanzar que el yoga es en gran parte el aprendizaje de un funcionamiento más perfecto del cerebelo (equilibrios en las diferentes posiciones, control tónico, etc.).

Desde luego, el centro cerebral de la afectividad, representado, en especial, por el hipotálamo, desempeña un papel primordial: su parte anterior es inhibidora; la posterior, facilitadora [18] .

El funcionamiento muscular específico del yoga tendrá tantos más efectos específicos cuanto que no sólo los músculos entren en juego, sino también los tendones, las aponeurosis (como en el método Mézière) e incluso la sensibilidad cutánea, todo ello, especialmente, a la altura de la columna vertebral.

Los osteópatas, los vertebroterapeutas y los expertos en quiropráctica han vuelto a descubrir la importancia de este eje óseo fundamental. Éste no solamente nos permite colocarnos de pie, sino que la manipulación en la columna, cuando provoca reflejos saludables en órganos a menudo muy diferentes (uréter, intestino, colédoco y vesícula biliar, etc.), revela la interrelación estrecha del organismo, hecho que el yoga ha señalado desde hace mucho tiempo.

La acción del yoga sobre el esquema corporal se duplica por medio de una acción biológica de tipo neurovegetativo, neuroendocrino o incluso circulatorio mecánico: se sabe que el niño aquejado de cardiopatía congénita cianógena, si realiza un esfuerzo que le hace ponerse azul, adopta espontáneamente una actitud economizadora de circulación, el squatting, postura en cuclillas similar a las asanas del "feto" o de la "reintegración". Esa posición le permite volver a oxigenar rápidamente los órganos vitales.

Se ha demostrado [19] que, en la médula espinal del gato, las fibras nerviosas responden a la vez a la distensión de las vísceras huecas y a la de los músculos estriados.

El arado, ejecutado por Paul Chabaud, Foto Pierrette Chabaud

Pero se desconoce aún la organización de las relaciones entre estas aferencias de origen visceral y la propiocepción muscular. A pesar de todo, estas investigaciones permiten vislumbrar de qué manera las posturas estimulan o inhiben el funcionamiento visceral, y cómo el juego de posturas antagónicas puede tener un efecto armonizador en el funcionamiento de los órganos.

Se ha podido comprobar que la posición tendida implica una disminución de las proteínas séricas. Los dentistas que trabajan sentados padecen con más frecuencia trastornos vertebrales y muchas menos afecciones cardiovasculares que los que trabajan de pie. Esta última postura supone un aumento de la tasa de aldosterona y de catecolaminas (Henrotte, art. cit. ).

Las posturas adoptadas con espíritu gimnástico producen sofoco, y todo trabajo muscular realizado en posición incómoda acrecienta de manera importante el ritmo cardiaco [20] . Por tanto, se aconsejará a los participantes que respiren lentamente, de modo muy regular, a lo largo de toda la sesión, al ritmo de tres o cuatro ciclos por minuto aquellos que puedan hacerlo.

Cumplido este requisito, no se observa una aceleración del pulso, como cabría esperar de los ejercicios que exigen un gasto de energía: el pulso de individuos entrenados se vuelve a veces más lento en el curso de la sesión [21] .

Parece importante que se preserve el equilibrio de la misma: postura y contrapostura deben sucederse armoniosamente.

Wallon [22] ha demostrado que existen dos tipos de niños de pecho: los que tienden a utilizar prioritariamente los músculos extensores y los que se sirven preferentemente de la flexión. Los primeros son a menudo propensos al raquitismo, tendencia que se corrige con la administración de vitamina D y de calcio.

Por otra parte, sabemos que los adultos aquejados de trastornos de la serie {tetania – espasmofilia – histeria} sufren frecuentemente de afecciones metabólicas de calcio o magnesio. Muestran una visible preferencia por las posturas en extensión. Desde esta perspectiva, el equilibrio biológico y el de las posturas están sorprendentemente vinculados.

Descamps señala que las posturas en extensión son "dinamógenas", dan lugar a estados eufóricos, al entusiasmo y a la confianza. A veces puede producirse una cierta exaltación: la persona advierte en su interior una gran fuerza, se siente capaz de emprender cualquier cosa. A mi entender, se trata más de un efecto psicotónico que de un efecto antidepresor.

Indiquemos que determinadas posturas se adoptan espontáneamente o se realizan con facilidad en ciertas condiciones psicofisiológicas, mientras que su contrapostura suele ser penosa y difícil de llevar a cabo.

M., ingresado en el centro después de una tentativa de suicidio, es un neurótico. Una monitora de yoga explica así la depresión del paciente con respecto a las posturas: "Individuo muy flexible que, durante los ejercicios, se asemeja a una gran planta desprovista de agua, cuya corola (la cabeza) cae hasta el suelo. " El yoga tonificará progresivamente los músculos perirraquídeos y producirá una modificación espectacular de sus posibilidades. Igualmente se advierte que, al principio, las posturas de equilibrio le son totalmente inaccesibles, y que no las realiza normalmente hasta dos meses después de iniciada la yogaterapia.

IV. Postura del árbol (lám. 2)

lám. 2 : El árbol (colectivo), Foto Pierre de Kercadio

Toda serie de posturas practicada en el marco de una sola sesión debe incluir por lo menos una postura de equilibrio, que ejercita al máximo la actividad del oído vestibular y del cerebelo e implica un fino, matizado y preciso esfuerzo de ajuste de las tensiones musculares en la totalidad del organismo.

El árbol (Eka Padhasana), además, posee la ventaja de ser una postura lateral, que permite un ejercicio diferenciado de los sectores izquierdo y derecho del sistema nervioso.

Adopción de la postura: de pie, con los pies juntos, se elige un punto del suelo situado delante, a 150 cm, y no se le pierde de vista en ningún momento en el curso de las maniobras.

Se levanta lentamente la rodilla izquierda de modo que se pueda asir el tobillo izquierdo con la mano derecha (o con las dos manos). Se Ileva entonces la planta del pie a la cara interior del muslo derecho, con el talón bien acomodado arriba, en el pliegue de la ingle y la planta adherida a los músculos del muslo.

A continuación hay que llevar hacia atrás todo lo posible la rodilla izquierda. Luego se suelta el tobillo y se juntan las manos muy lentamente por encima de la cabeza, con la extremidad de los dedos hacia arriba. La respiración debe ser lenta y poco profunda. Se puede permanecer en esta posición estirando todo el cuerpo hacia el cielo y dirigiendo la mirada cada vez más lejos y hacia el infinito. Luego se recobra la posición inicial, pasando por las mismas etapas, para recomenzar lo mismo a partir del pie derecho.

En cada ocasión, es preciso permanecer en esta postura tanto tiempo como sea posible mantener el equilibrio sin gesticular. Una vez perdido, se vuelve a la posición inicial, en pie, como si el ejercicio hubiese terminado voluntariamente, y hay que concentrarse sobre el raquis lumbar y dorsal.

Esta postura es fuente y signo de una estabilización neuroemocional. Es igualmente una postura - símbolo, en lo que se emparenta con los gestos sagrados (los mudra).

El árbol representa la síntesis de arriba y abajo o, al menos, una especie de nostalgia ascensional. Puede ser una representación de lo sagrado, el eje del mundo. Representa también una progresión ordenada en una dinámica de desarrollo y simbolizaría la unión de lo continuo y lo discontinuo.

Según Descamps, el individuo entrenado, una vez superado el primer miedo, halla una gran impresión de seguridad en las posturas de equilibrio como el "árbol" (y, sobre todo, en las de equilibrio invertido: la erección sobre los hombros y la erección total sobre la cabeza) [23] .

Después de ciertas actividades forzosas y monótonas, es inútil intentar posturas similares como no sea a modo de confirmación previa, no conviniendo demorarse en ellas. Por el contrario, la contrapostura es aconsejable, sirve de relajación y es casi una necesidad para el organismo.

Ciertos ejercicios codifican y llevan a la práctica armoniosamente un desperezo espontáneo que a menudo va seguido de bostezo.

Es notable que ciertos "enfermos" sientan predilección por determinadas posturas y sean reacios con respecto a otras que no son forzosamente más difíciles y que, por otra parte, varían de un paciente a otro.

En el caso concreto de los introvertidos, conviene autorizarles a que empleen mucho tiempo en posturas doblegadas e incluso a que comiencen por elles, a pesar de que parecen coincidir con su sintomatología, antes de abordar después, gradualmente, las posturas antagónicas.

Arlette B. es la persona que mejor nos ha hecho sentir la necesidad de aceptar, en una primera etapa, algunas actitudes "regresivas" incluso tratándose de las posturas.

Como casi todos los `esquizofrénicos', esta paciente se hacía notar en el seno del grupo por su dificultad y su reticencia al ejecutar las extensivas, que liberan el cuerpo hacia delante, abriéndolo al entorno, mientras que realizaba con placer y durante un tiempo insólito las posturas inversas. En el curso de una sesión, nos vemos obligados a explicar al grupo que había que esperar, puesto que Arlette no había terminado su ejercicio; ella se detuvo y nos miró sonriendo. Todos tuvieron entonces la impresión de que se sentía aceptada y comprendida.

Las sesiones de yoga han suscitado críticas entre el equipo sanitario, en el sentido de que las mismas admiten y, al parecer, favorecen las actitudes mentales y de posturas que se aprecian en las formas más espectaculares de la catatonia (por ejemplo: la postura del feto).

Favorecerlas, por tanto, ¿no significaba agravar el síntoma? En el marco de un entrenamiento en que se incluyen las posturas psicofisiológicas inversas, y en tanto que el grupo ejerce una función reguladora sobre las inclinaciones individuales, debe pensarse que no. Nuestra experiencia tiende a demostrar que la tolerancia al respecto es la condición sine qua non del éxito de la cura, en la medida en que facilita y condiciona la adquisición ulterior de los esquemas de posturas y de comportamientos relacionales más abiertos.

Por postura "regresiva" doblegada entendemos, por ejemplo, la vela (sarvangasana), el arado (halasana), la extensión completa de piernas y espalda (pashimotanasana), etc. Este tipo de posiciones induce, según los estudios de Descamps, a estados de calma y de absorción [24] .

V. Erección sobre los hombros (sarvangasana)

Tendidos sobre la espalda, al inspirar se elevan lentamente las dos piernas extendidas hasta la vertical. Es preciso que la espalda quede bien adosada al suelo, en especial a la altura de los riñones; si es necesario, para lograrlo se doblarán las rodillas al principio.

A continuación se levantan las piernas hacia el techo "curvando" la columna vertebral; si es preciso, se recurre a los antebrazos, apoyados sobre los codos, para sostener los riñones. En la posición final, sólo descansan en el suelo la cabeza, los hombros y los brazos. Los practicantes más adelantados podrán prescindir de este último apoyo estirando los brazos a lo largo del cuerpo (de ahí su nombre de "postura de todos los miembros"). El mentón toca el pecho (Cf. sarvangasana por G. Radhakrishnan).

Se vuelve a descender (espirando), con mucha lentitud y sin despegar la cabeza del suelo, "desenrollando" la columna vertebral.

Esta postura actúa sobre el conjunto de niveles anatomico­fisiológicos llamados chakras [25] . Se cree que ejerce un efecto especifico sobre el asma y la obesidad. Los efectos bienhechores mencionados por Iyengar o Drenikoff Andhi son tan numerosos que, si no una panacea, esta postura es una de las más utilizadas.

Se practicará con prudencia en el caso de hipertensión arterial, zumbido del oído, catarro nasal crónico y sinusitis crónica.

En el plano biológico [26] se advierte una disminución del 20 % del cortisol plasmático, en tanto que la postura de la cobra (en extensión) supone un aumento del 20 %.

Se sabe que a los estados depresivos acompaña un aumento considerable del cortisol plasmático [27] . Se comprende, pues, que el sarvangasana sea indicado para los mismos, contrariamente a lo que podría hacer creer la afirmación de Descamps en el sentido de que convertiría en depresivos a los individuos propensos [28] .

VI. El arado (halasana), lám. 1

El arado (halasana) es la prolongación natural de la erección sobre los hombros y completa el enroscamiento sobre uno mismo hasta llegar a una posición "hiperfetal" (lám. 1).

En efecto, al hallarse las piernas en el aire, se bajan los pies juntos hasta que toquen poco a poco el suelo por detrás de la cabeza. El retorno es idéntico, pero en sentido inverso. Esta postura es eficaz contra el estreñimiento, la obesidad y la diabetes, muy activa contra la sensación de fatiga, y debe ser especialmente practicada por los pacientes que se quejan de "depresión", pese a la impresión "depresiva" que causa en algunos de ellos [29] . Es asimismo beneficiosa para los epilépticos.

A continuación de las posturas de flexión se realizarán otras de extensión, incluso si se prefieren las primeras.

En los extravertidos y en los trastornos del organismo que implican una manifestación externa excesiva y un "despilfarro" energético, las de extensión son, por lo general, más fáciles de ejecutar, más agradables y más susceptibles de mantenerse sin angustia que las de flexión. En un curso algo personalizado, será conveniente recomendarlas para el tipo de personas mencionado; se realizarán antes que las de flexión, que de todas formas han de hacerse por igual (la cobra, lám. 3).

Las actitudes psicológicas propician ciertas actitudes más o menos visibles y detectables desde el punto de vista neuromuscular.

La misma observación es aplicable en el otro sentido, y la modificación de las actitudes corporales supone una modificación de las psicológicas. Un ejemplo es el cuidado con que las autoridades militares imponen el saludo o la orden de "fir­mes"; otro, el celo con que las religiones insisten en la observancia de determinadas posiciones. Lo que precede ocurre de la misma manera que la emoción implica una liberación de ácido láctico, y que la inyección de éste despierta una mayor emotividad.

Todo esto explica por una parte la acción benéfica que la práctica equilibrada de las asanas ejerce sobre la organización psicoafectiva, sin utilizar siquiera la meditación o la psicoterapia.

Pero podría creerse que la yogaterapia favorece la recrudescencia de los síntomas contra los que pretende luchar, incluso en el aspecto corporal, puesto que se permite que el cliente realice por el tiempo que desee las posturas que le agradan.

La dosificación rigurosa de las posturas y el ejercicio del yoga en grupo suprimen este inconveniente.

No se trata de prolongar autoritariamente las asanas que no son inmediatamente agradables o accesibles, sino más bien de respetar el equilibrio clásico de postura y contrapostura, desde el punto de vista del desarrollo temporal de la sesión. Esto es así a fin de que las posturas preferidas lleven cada vez menos tiempo, a causa de la saciedad, por un lado, y de la presión de uniformidad que ejerce el grupo, por otro. Sin duda, la presión involuntaria pero difícil de eliminar por parte del animador, aunque permanezca silencioso al respecto, implica un condicionamiento influyente; lo ejerce por medio de sus propias actitudes corporales, las discretas modificaciones de su mímica o simplemente por sus actos fallidos.

Mediante la ayuda física o la expresión (verbal, si es preciso) de una satisfacción sincera, se deben ensalzar sistemáticamente las posturas que al individuo "no le gustan". Este elogio, no debe ser evidente ni reiterativo más que en el momento de realizar las asanas. La iniciativa del paciente debe decidir siempre la duración de las mismas. De hecho, al cabo de algún tiempo, aquél será menos reacio y acabará aceptándolas con gusto y practicándolas durante el mismo tiempo que el resto del grupo si al principio se había negado. Cabe pensar que la duración que cada paciente dedica a una postura determinada constituye un reflejo bastante fiel de su evolución.

Veamos dos observaciones típicas:

Simone L., profesora de letras, se inscribe a un curso de yoga, aparentemente por curiosidad. Durante seis meses, los ejercicios le agradan enormemente, la relajan; hace grandes progresos respecto a las posturas. Sobreviene un acontecimiento muy frustrante que provoca la brutal aparición de rasgos depresivos y de síntomas neuróticos. Emprende entonces un tratamiento de psicoterapia, sin interrumpir la práctica de yoga que, a la sazón, se le ha vuelto casi insoportable. Padece insomnio las noches que siguen a cada sesión, se queja de náuseas y no tolera ya las retenciones de aliento, ni siquiera las muy breves. Se le hace imposible cerrar los ojos y concentrarse durante las clases. Afirma que el yoga ya no le conviene y que incluso agrava su estado. Simultáneamente, a pesar de la regularidad de su entrenamiento y de sus progresos anteriores, es incapaz de realizar posturas tales como el loto o el arado (lám. 1), que antes hacía sin dificultad.

Otra observación:

La señorita B. asiste al principio a los cursos de yoga por prescripción del médico jefe del centro. Comprueba que el yoga la sosiega y la tranquiliza, y decide continuar por su propia cuenta. Le resulta difícil adoptar ciertas posturas, y sobre todo la respiración.

Antes de comenzar estos cursos, la distribución tónica era bastante peculiar, la espalda y los hombros se veían crispados y se observaba un descenso del hombro derecho. Mímica tensa.

Al cabo de un mes la disimetriá ha desaparecido, únicamente subsiste cierta tensión del rostro y de las manos; la espalda y las articulaciones de los miembros se han vuelto más flexibles. Todas las posturas le resultan accesibles. Toma parte en la conversación que tiene lugar después de las sesiones y se le advierte una mejor adaptación al centro. Diez días de no hacer yoga provocan la reaparición de la disimetriá de actitud, de la crispación mímica y de la hipertonía paravertebral. Simultáneamente, se constata que la paciente se adapta peor a la vida de la institución.

Así pues, las asanas dan flexibilidad al organismo y atemperan las actitudes defensivas, pero al mismo tiempo, si el stress de origen externo es demasiado intenso, puede producirse un deterioro o un estancamiento en ambos niveles, muscular y psicológico.

Con tal de tener cuidado de realizar una contrapostura bien seleccionada después de cada postura, ninguna de las asanas del hatha - yoga ordinario parece nefasta desde el punto de vista del equilibrio psicológico.

No obstante, algunas posturas son contraindicadas para el que padece de lumbago o de dolores cervicales. Por ejemplo, hay que extremar la prudencia con asanas como el "saludo", la cobra y la erección sobre los hombros.

VII. Mayasana

Esta postura, por el contrario, es muy útil al respecto. Sentado en el suelo, el individuo coloca la cara externa del pie y del tobillo derechos en el exterior de la nalga izquierda, y, a la inversa, disponer el pie izquierdo del mismo modo con respecto a la nalga derecha. La rodilla izquierda cae entonces a plomo sobre la rodilla derecha y por encima.

Muy lenta, progresivamente, se dobla entonces la cabeza y el busto, con los dos brazos extendidos por encima de aquélla; las manos acaban por tocar el suelo con la punta de los dedos. Se prosigue el movimiento extendiéndose de manera que exista la mayor distancia posible entre las rodillas y la palma de las manos. Algo arduo, este ejercicio es muy eficaz para situar correctamente las vértebras lumbares.

Se recomendará esta postura, así como la extensión completa de piernas y espalda (pashimotasana), especialmente en el caso de "retrolistesis" de la quinta vértebra lumbar. La "cobra" será contraindicada en dicho caso. Una malformación de la juntura atlo - occipital (del atlas o de la apófisis odontoides) hace desaconsejables las posturas que ponen en acción esta articulación, en particular la "erección total sobre la cabeza" (shirshasana).

Practicado con regularidad, el yoga evita la raquialgia, y enseña también a sentarse. La postura del adepto, el loto y las posturas que lo preparan permiten mejorar la articulación coxifemoral tanto en el niño aquejado de "luxación congénita" como en el hombre maduro cuya articulación se degrada.

El mérito de esta manera de sentarse consiste en prevenir la aparición de varices, mientras que la utilización de la silla y las butacas favorecen esta enfermedad venosa [30] .

De todas formas, el profesor de yoga no debe albergar dudas ante una afección vertebral, y enviará al paciente al reumatólogo (y al osteópata cuando se hayan descartado las dolencias orgánicas graves).

Adoptadas estas precauciones, la disciplina yóguica es la mejor gimnasia vertebral. Si se realizan correctamente todos los días, con orden y perseverancia, los ejercicios de posturas crean reflejos condicionados que acaban por integrarse en los reflejos estáticos que controlan la distribución del tono muscular de actitud [31] .

En los casos de afecciones de la columna raquídea, ya se trate de los riñones, de la espalda o del cuello, tras el simple "dolor" físico a menudo se oculta una muy importante experiencia depresiva latente. Puede descubrirse la existencia de vergüenza, inhibición, impotencia, desvalorización (riñones - espalda), pérdida de estima de sí mismo, inseguridad (espalda), inestabilidad, ansiedad, culpabilidad (espalda y cuello).

Queneau [32] ha demostrado suficientemente que no se pueden eliminar estas raquialgias rebeldes más que a través de una iniciativa dialéctica de propósito unitario (la rearmonización del alma y del cuerpo) que logre que el síntoma "dolor" se libere de sus "adherencias somáticas", mediante el tránsito del sufrimiento físico al psicológico o moral. Los estudios de Reich y de su escuela, así como todas las técnicas recientes made in USA, han señalado el modo en que la asunción del cuerpo y el "desenlace" de las tensiones musculares (al abolir la "coraza" de hipertonía vinculada al miedo en una u otra parte del cuerpo) podía tener una influencia más o menos catártica sobre el ser en el mundo y el acceso al placer del individuo.

El hatha - yoga surte el mismo efecto, aunque de manera mucho más progresiva, menos espectacular y quizá de forma más armoniosa y perdurable.

Algunos lo asocian con las técnicas de Reich, con tanto mayor provecho cuanto que el hatha - yoga añade al "desbloqueo" de los segmentos de la coraza una recarga energética ("pránica" en la terminología oriental, "orgónica" en el lenguaje reichiano) de los centros profundos que corresponden a los mismos (chakras).

Algunos de mis lectores se sorprenderán de que se admita tan fácilmente que la acción sobre la organización funcional de las tensiones musculares pueda desbloquear y armonizar de modo idéntico en el plano psicológico.

Quienes prescriben neurofármacos compartirán nuestro punto de vista al constatar, como lo ha hecho Fouks [33] , que "la gama de efectos secundarios de los neurolépticos ‘profundos' pasa insensiblemente de los trastornos psíquicos a las afecciones neurológicas confirmadas; esto autoriza a suponer que no hay en absoluto una distinción precisa entre los mecanismos neurofisiológicos de la psicomotricidad y los del pensamiento..." Incluso cuando no se descubre directamente el efecto secundario y aparece únicamente la acción psicológica investigada, otras medidas más precisas revelan modificaciones notables (tanto por medio del estatocinesímetro como por toda la serie de tests psicométricos).

Esta acción sigue siempre el sentido de una hipertonía y de una no tan buena coordinación psicomotriz, en particular oculomotriz. Diametralmente opuesta al hatha - yoga, invita a considerar que este último es, en la práctica, un "corrector" de los trastornos ocasionados por los medicamentos.

Es todavía más fundamental interrogarse sobre la solidez de las terapias neurolépticas a largo plazo, cuyo carácter anulador, por lo visto, sólo no es obvio para los terapeutas que han hecho de ellas amplio uso [34] .

Al igual que los trastornos psicológicos para los que se prescriben, los neurolépticos favorecen la pérdida de habilidad en la utilización del cuerpo. El progreso en el hatha - yoga se advertirá cuando un empleo preciso y económico de la musculatura reemplace a los gestos torpes, imprecisos y globales.

Bair, Woodsworth y otros han formulado curiosas observaciones sobre el aprendizaje de algunos actos voluntarios "excepcionales", como los movimientos aislados de la oreja o del dedo gordo del pie. Han señalado que el recuerdo de las sensaciones es insuficiente. La educación se hace a base de tanteos, mediante selección de movimientos primeramente incluidos en reacciones más generales.

El aprendizaje de las posturas sigue exactamente el mismo esquema: ante todo, se trata de aprender qué músculos no hay que contraer para ejecutar perfectamente determinada asana.

A diferencia del aprendizaje de la palabra, para aprender una postura no nos servimos del control comparativo entre lo que hace otro y la imitación de su acto. Si bien puede ser útil el uso de un espejo, mucho mejor será utilizar el magnetoscopio, puesto que el espejo da una imagen invertida desde el punto de vista de la lateridad [35] .

Algunos profesores de yoga (Caycedo, por ejemplo) no dudan en aconsejar al paciente que "visualice" su propio cuerpo en la ejecución de la postura. Los efectos de este ejercicio son tan importantes que superan con mucho la simple mejoría en el modo de realizarla. Quizá he pecado de un exceso de prudencia, pero nunca he aconsejado este ejercicio a los pacientes que tenía a mi cargo.

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9 Juin 2008


[1] Toda la parte neurofisiolbgica se inspira en el notable artículo de Giraud, Le tonus musculaire, "Rev. de méd. de Toulouse" VII (1971) 133 ss.

[2] H. Risch, Le hatha - yoga, tesis de medicina, Paris 1950, n° 1086.

[3] Karlius y Andrews, Bio feedback turning on the power of your mind, Warner, Nueva,York 1973.

[4] Según P. Geissman y R. Durand de Bousingen, Los métodos de relajación, Guadarrama, Madrid 1972.

[5] T. Brosse, Études instrumentales des techniques du yoga, Maisonneuve, Paris, 1963.

[6] M. Mauro y P. Laget, Le tonus musculaire, "Presse Méd." 1964, págs. 32 - 38.

[7] Fulton, Muscular contraction and reflex control of movements, William, Baltimore 1926.

[8] P. Besson y otros autores, C.R. Académie des Sciences, Paris 1963, 256, pág. 5627.

[9] ] E. Jacobson, Les méthodes scientifiques de relaxation, en La relaxation, Expansion,! 1964, págs. 22 - 59.

[10] A Caycedo, Sofrología médica, Aura, Barcelona 1974 - 1975.

[11] Paillard, Traité de physiologie, t., II, pág. 401, Flammarion.

[12] P. L'Épée, C.M.. 28 - 3 - 1970, págs. 2953ss.

[13] Según el art. cit. de Giraud (véase nota 1).

[14] A. Costin, Posture and the róle of vestibular and proprioceptive influences on neo - cortical, limbic, subcortical and cerebellar E.E.G. activity, "Brain Research" 17 (1970).

[15] [H. Magoun y R. Rhines, "J. neurophysiol." 9 (1946) 165 - 171, y también H. Magoun, Le cerveau éveillé, PUF. Paris 1960.

[16] Von Euler, Experientia, 12 (1956) 278 ss. y E.E.G., "Clin. Neurophysiol." 9 (1957) 391ss.

[17] W. Mac Culloch y otros autores, "J. Neurophysiol." 9 (1946) 127­-132.

[18] Cf nota 16.

[19] Fields y Winter.

[20] Chevrolle, 2èmes Journées nationales de médicine du travail, Nantes 1970.

[21] J. Henrotte, art. cit.; Poinçon, estudio inédito sobre los enfermos del Hospital Marchand.

[22] D. Wallon y otros autores, À propos de l'organisation motrice du nourrisson, C.M., 1970 (2181ss).

[23] M. Descamps, Les vérifications du yoga par la psychologie contemporaine, "Vie méd." 55, especial marzo 1974.

[24] Ibid.

[25] Los chakras y su interés en la psicoterapia y en la medicina psicosomática serán objeto de posteriores publicaciones del autor.

[26] Cf. nota 21

[27] H. Laborit, Conferencia de Toulouse sobre los estados depresivos, 1976.

[28] Cf nota 23.

[29] Ibid.

[30] C. Alexander, "The lancet" 1972, pág. 822.

[31] Véase Gymnastique médicale, "Documents Midy" 53 (1969) 12.

[32] R. Queneau y otros autores, De la douleur à la souffrance (art. cit.), "Psychologie médicale", (1975) SOlss.

[33] Fouks y otros autores, Réflexion sur la chimiothérapie, "Congrès de Neur. et Psy. de Lgue. Fse.", Milán 1970; A. Soulairac y otros autores, L'activité posturale au cours des traitements par les neuroleptiques, A.M.P., 1970, 128, 1, 3, págs. 335ss.

[34] Ibid.

[35] Podemos prescindir de él gracias al espejo objetivo que hemos imaginado y que da una imagen inversa, en el sentido derecha - izquierda, con respecto a un espejo común.