TONO Y TIMBRE

Dr. Bernard Auriol

Traducción : Dr Aittor y Maïte Loroño

(Musica, Terapia y Comunicacion, Revista de Musicoterapia N°4 – invierno 88-89, pp. 35-39 )

Los melómanos atribuyen como altura de un sonido el de sonido "fundamental". Los demàs componentes de la vibración (armónicos, parciales) son los correspondientes fisicos del "timbre". Este ùltimo per­mite distinguir dos sonidos de la misma altura y de la misma duración; asi el do, tocado al piano seria diferente del do intetpretado en el clavecin o en la trompeta.


Se sabe, desde hace tiempo, que el oído puede hacernos escuchar sonidos inexistentes: por ejemplo si se interpretan en el órgano los armónicos de una nota que no se toca, ésta "es oída" por nuestro espíritu. En este caso, la vibración escuchada no existe físicamente, ni en el oído, como algunos han creído.

Es nuestro sistema nervioso el que construye esta información que no exige necesariamente una relación armónica entre los sonidos reales sugeridos. Esta realicen armónica es en todo caso suficiente para producir el fenómeno, de tal manera que el oyente de una música filtrada (de la que se han suprimido las fundamentales) puede reconocerla y tararearla. A partir de ésto se pueden explicar algunos efectos de la música filtrada a 8OOOHz por Tomatis y del célebre "Parto sónico".

La psico-acústica moderna (J.C. Risset, 1977) obliga a considerar dos tipos de altura: la altura tonal (que corresponde al concepto familiar de altura) y la altura espectral que va unida al impacto de los armónicos presentes. Haciendo variar por ordenador estos dos parámetros en sentido inverso, de manera astuta, se Ilega a producir ilusiones sonoras paradójicas: sonido que parece subir o descender siempre (se reproduce así sobre el plano sonoro una forma de escalera PENROSE).

De hecho, no somos iguales ante este fenómeno: el oído de algunos se muestra más sensible a la altura espectral, el de otros a la altura tonal. Se sabe gra­cias a J.C. Risset y Charboneau, que el oído derecho percibe mejor las melodías tonales mientras que el oído izquierdo es más hábil para seguir las melodías espec­trales. Estas dos anotaciones podrían llevar a la construcción de un test simple para decidir si una personalidad está más atraída par los valores emocionales del hemisferio izquierdo o del derecho (según se base en su escucha sobre las sucesiones espectrales o tonales).

Hemos testado, en personas voluntarias consi­deradas como “sanas", los dos tipos de sonidos paradójicos (ascendente y descendente) en nuestro gabinete y en estages de musicoterapia con Roland Toupotte (Julio 1979). El protocolo consistía en presentar "el sonido que sube sin fin" o "el que desciende siempre" en un nivel relativamente elevado y de manera repetitiva durante por Io menos diez minutos. He aquí algunas de las reacciones que hemos podido observar:

Varios participantes, angustiados por los sonidos descendentes, han experimentado una hilaridad incoercible en los sonidos ascendentes... Varios subra­yan que los sonidos descendentes han favorecido los movimientos de inspiración mientras que los sonidos ascendentes dificultaban la espiración.

SONIDOS PARADOJICOS DESCENDENTES

Un hombre (O.G.) emplea los calificativos: “pesado, desagradable, obsesivo". Se vuelve a encontrar este último término en gran número de protocolos. Una mujer joven tiene la cabeza que le da vueltas y siente náuseas. Tiene la impresión de girar descendiendo como Alicia en el País de las maravillas. Escribe condificultad, experimenta una fuerte sensación de angustia con opresión respiratoria, nudo en la garganta. Después de la escucha siente dificultades de elocución, se siente completamente abofeteada": "Me equivoco de número de teléfono, escribo una palabra al revés, sensación de aturdimiento, de estar mal en mi piel". Otros se quejan de impresiones nauseabundas a vertiginosas.

Otra mujer joven (V.R.), especialista en téc­nicas corporales, escribe: "impresión de descenso de mi atención con el sonido, de la cabeza hacia la pelvis (¿o me Io imagino?). Ganas de que el sonido se acelere, impaciencia; noto que el sonido no desciende realmente, que se trata simplemente de una impresión, que retoma al mismo nivel. Un poco frustrante, como estar estreñido o vivir un orgasmo que no viene a insatisfactorio.''

Un hombre de 53 años habla de peligro: "esto va a explotar, a destruirme. Tengo los dientes apreta­dos". Esta impresión, a nivel de la mandíbula es compar­tida por varios oyentes. Añade: "Me Ilega hasta el fondo de la garganta; impresión de que me ha horadado hasta ahí". Varios evocan el torno de un dentista que vibra a ralentí.

B.M. (mujer de 32 años) encuentra la escucha penetrante, molesta, y siente, como muchos otros, aumentar en ella la cólera, las ganas de agredir.

SONIDOS PARADOJICOS ASCENDENTES

Tal persona, incapaz de soportar el sonido paradójico descendente, deja la sala pero escucha el sonido paradójico ascendente. Tres auditores rechazan los sonidos paradójicos ascendentes: insoportable tor­tura, tortura infinita aplicada en pequeñas dosis sucesivas.

Una joven de 25 años escribe: "algo terrible va a ocurrir, ruido anunciador de explosión. Sí me

abandono: placer de una potencia que hincha, que sube en mi; cada vez más grande, más fuerte. Lleno el espacio con, inclinación hacia atrás, el temor de explotar: un placer peligroso".

"Se tiene sed, sin tiempo para calmarla; se permanece en el hambre sin poder aliviarla, en un perpe­tuo estado de "quien vive". Se está en una carrera loca que me evoca el personaje de la Naranja Mecánica que pone su coche al máximo, destruyendo todo a su paso con un sadismo terrorífico. Dolor de cabeza, ganas de vomitar, punto doloroso en la espalda. Después de los quince minutos de escucha, tengo dolor de oídos y la cabeza pesada. Noto un punto de sensación fuerte que es pulsatil por momentos, que no es desagradable del todo.» (N.A.)

Después un momento de "tensión hacia un fin, de aumento de una catástrofe, sentía coma una alegría que subía y quería esplotar; me hubiera gustado que se prolongara".

Para otra joven (J.T.) esta secuencia es más soportable, despierta un sentimiento de esperanza "debi­do a la ascensión". Un participante (O.G.) habla de "tensión no saciada". Una oyente señala que después de la escucha tiene la impresión de falta, de “haber perdi­do alguna cosa".

Un hombre de 53 años: ''Esto se vuelve muy luminoso, cada vez más rápido. Después de escucharlo tengo ganas de permanecer inmóvil, en silencio, fatigado y apacible". La sensación de “cada vez más ràpido" se encuentra frecuentemente en los comentarios recibidos. Algunos participantes mencionan una modificación de la duración aparente, bien que esta secuencia haya parecido más corta, bien que haya parecido más larga que su duración cronométrica de quince minutos.

Estas anotaciones invitan a pensar que los sonidos paradójicos son generalmente fuente de angustia, pero esta angustia varia con la personalidad y el carácter ascendente o descendente del fenómeno.

Bibliografía

I.J. Hirsh,  La mesure de l'audition (1952) traducido del inglés por J. Bouche PUF, pp. 220  237, 1956.

J.C. Risset, Hauteur et timbre des sons, Bulletin d'audiophonologie, 8, 3, 7 27, 1978.

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21 12 2006