El Psicoanálisis reivindica no ser una terapia

Dr Bernard Auriol

Traducido por Dr Hector Spivak, MD

 

Nada hay en el término Psicoanálisis que aluda al hecho de sufrir una enfermedad, ni tampoco al hecho de solicitar (o menos aún obtener) su curación. Autores de las más diversas corrientes teóricas han insistido mucho sobre este punto, ya para destacar su importancia, ya para mofarse de su ineficacia. Todos, los defensores de la ortodoxia freudiana conforme a la tradición de la I.P.A. y los lacanianos de distintas vertientes, coinciden en distinguir el método psicoanalítico de una verdadera terapia.


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La etimología respalda tal distinción entre análisis y terapia

 

Primeramente, el término psicoanálisis no comprende ninguna alusión particular al hecho de padecer una enfermedad.

A diferencia del término psicoterapia, que incluye la palabra terapia, con directa alusión al concepto de curación, el término psicoanálisis comprende psiquis y análisis.  Desde este punto de vista, se trata de un ANÁLISIS DEL ALMA.

 

Psiqu-

 

Veamos la cosa más de cerca : yuch significa « soplo, respiración, aliento » y, por extensión, « fuerza vital, vida ». Más tarde se designó así el alma del ser vivo, el lugar donde radican sus pensamientos, sus emociones o sus deseos, y hasta la individualidad personal. Los filósofos utilizaron el término para designar la parte inmaterial, y por ende inmortal, del ser.

Nos encontramos muy cerca de la espiritualidad entendida desde un punto de vista puramente humanista, distante a la vez del materialismo y de la religión. Charles Baudoin insiste sobre el hecho de que tanto el terapeuta como el psicoanalista, aunque intenten prohibírselo, están condenados a trabajar con la sugestión. Entonces -prosigue- ¿por qué no asumir este hecho y emplear la sugestión según un proyecto depurado, aceptable, o aun ideal ?

La raíz *yuw significaría *bhes : soplar (en sánscrito se dice, por ejemplo : á-psu- = sin soplo, sin vida). Ya se ve todo el provecho que de ello podrían sacar los adeptos del Yoga, los sectadeptos del Rebirth y, de modo más general, todos quienes practican la somatoterapia. Pero el propio analista, ya lo proclame o lo calle, ya lo haga de manera subconsciente o consciente, no puede sino tomar en consideración las modificaciones respiratorias del analizado. Con mayor razón aún, éste observa tales variaciones del flujo aéreo, que a menudo le señalan la pista de una palabra esencial. De hecho, para el análisis, lo que se encuentra en primer plano es la palabra. La palabra es esencial si se considera su función decisiva en el ser humano, que lo es por ella, y que con justeza puede llamarse « ser de palabra » (« parlêtre », al decir de Jacques Lacan).

 

Análisis

 

Este término forma la segunda parte de la palabra psicoanálisis. Procede de ana (« completamente ») y de luein (« desligar, desatar, destruir, disolver, pagar », o a veces « ser útil »). Los dos juntos dan « que libera, que resuelve, que arbitra »...

« Analusis » significa «  recuperación, liberación, disolución, solución ». El análisis etimológico de la palabra análisis nos lleva a ver en ella la liberación total, la solución definitiva.

La raíz es lumen, con la que se relaciona la palabra latina « luo » (« pagar », « expiar ») y el gótico « fra-liusan » (de *leus-) : « perder ». Lo cual es verdad : llevar un psicoanálisis a buen término supone pagar, e incluso perder. En un sentido, se trata de perderse, si se entiende por « uno » una cierta imagen de nosotros que de un modo u otro hemos congelado para convertirla en una entidad representable, un aspecto, una forma (que puede llegar a ser muy sutil)  de la ilusión escénica conocida con el nombre de persona : esta máscara tiene los rasgos caricaturescos y la voz hipertrofiada que resulta útil en muchas representaciones del teatro de la vida. Y sin embargo no es sino una máscara de hierro, una máscara-prisión cuyo fingido poder constituye una apariencia irónica.

 

¿ Qué es ?

 

« Llamamos psicoanálisis al trabajo que consiste en traer hasta la consciencia del enfermo los elementos psíquicos reprimidos. ¿Por qué haberlo llamado « análisis », puesto que esta palabra significa « descomposición, disgregación » ? ¿No remite al trabajo que efectúa el químico con sustancias que encuentra en la naturaleza y lleva a su laboratorio ? Desde cierto punto de vista, la analogía es real.

Los síntomas del paciente, sus manifestaciones mórbidas son, como todas sus actividades psíquicas, de naturaleza muy compleja. En última instancia, los elementos que forman tales combinaciones son los factores instintivos. Pero el enfermo ignora todo o casi todo acerca de los factores elementales, y somos nosotros quienes debemos hacerle comprender esas formaciones psíquicas tan complejas. Para ello referimos los síntomas a los factores instintivos que los han motivado y, así como el químico descubre en una sal el elemento químico que se había vuelto irreconocible al combinarse con otros elementos, hacemos aparecer en los síntomas que presenta el enfermo los factores instintivos que él ignoraba. También le mostramos que algunas de sus manifestaciones psíquicas, no consideradas como mórbidas, tienen una motivación imperfectamente consciente, y que otros factores pulsionales que él desconocía también desempeñan cierto papel. » (lo mismo vale para las aspiraciones sexuales, los sueños, etc.)

 

¿ Utilizar el psiconálisis ?

 

¿ Se puede utilizar el psicoanálisis con el fin principal, e incluso único, de aliviar el sufrimiento, atenuar o suprimir los síntomas, volver a un estado « normal » o aun limitarse a restituir el estado anterior a la demanda del sujeto, estado supuestamente sano o cuando menos aceptable ? ¿No conviene que el psicoanálisis sirva para algo, que sea útil, que responda a la demanda inicial del paciente, el cual declara querer, antes que todo, desembarazarse de sus penas y defenderse de sus propios hábitos?

 

 

Las aventuras de PIP y POP (Psicoterapias de Inspiración Psicoanalítica y Psicoterapias de Orientación Psicoanalítica)  

A menudo se ha practicado este tipo de adaptaciones « pragmáticas » del psiconálisis, que resurgen constantemente bajo nuevas apariencias. PIP y POP no tienen necesariamente un destino funesto, pero tampoco la gloria que por ahí se les atribuye. Algunos consideran que se trata de remiendos o, peor aún, de vendajes en una pata de palo. PIP y POP no siempre viven un futuro dichoso. Al menos tienen retoños, reconocidos o no...

 

Los disidentes y sus invenciones bien intencionadas

 

La mayoría de los disidentes (Jung, Rank, Adler, Reich) han querido modificar, y aun revolucionar, el enfoque freudiano, con el fin de aumentar su capacidad de curación. Esto resulta todavía más evidente en los disidentes de los disidentes : Lowen, Perls, Janov, Berne, Maslow, Vaughan, Bateson, Watzlawick, Rogers, Bandler y Grinder, Erickson, Orr, etc.

 

Las disonancias

 

Sin hablar, por supuesto, de los opositores que se inscriben en la corriente behaviourista (terapia comportamental, cognitivismo).

 

La Cura Analítica

 

Sin embargo, se habla de Cura analítica. Es decir que el analista se interesa por su interlocutor. Si rechaza la curación como objetivo, no es que quiera conservar durante más tiempo los elementos de su clientela, sino que propone un objetivo diferente.

Desde este punto de vista resulta útil referirse al sentido etimológico de la palabra « curar ».

 

Curar

 

Desde la Edad media hasta el siglo XVII se utiliza el término « guarir » o « garir » con la significación primigenia de « defender », « proteger ». En las lenguas germánicas existe *warjan (cf en alemán : wehren, que significa reprimir). Pero es precisamente de esto que el psiconálisis se propone liberarnos. Se trata de aligerar las represiones inconscientes que nuestra historia ha instalado en nosotros, liberarnos de nuestras lastimosas y dañinas protecciones, a las que llamamos « defensas ».

Freud define dichas defensas (« abwehr ») como un conjunto homoeostático que se opone a todo cambio. Actúan, pues, como una especie de congelador psicológico. Las fuerzas dinamógenas (o pulsiones) permanecen bajo control, así sea pagando el precio de los síntomas.

Estos procesos defensivos no son negativos o inútiles, pero su exceso lleva a la construcción de las neurosis.

En cierto modo, fortificar las defensas puede asimilarse a fortificar la neurosis. Ahora bien : responder a la demanda de curación en su expresión de primer grado consiste, muy a menudo, en desplazar los bloques de piedra para reforzar otras murallas. Vale decir que el prisionero ya no vivirá en la misma celda, sino en otra más agradable, más moderna y más segura.

Los mecanismos de defensa inconscientes y patológicos tienen algo de particular : generalmente no operan contra agresores externos sino, por el contrario, contra las fuerzas vivas del propio sujeto. Por otra parte, en lugar de limitarse a evacuar los afectos desagradables (por ejemplo, soñar varias veces con un acontecimiento traumático y quitarle así su carácter amenazador o inquietante), el neurótico reprime, es decir que, de modo activo, hace que lo que le molesta se vuelva inaccesible, pese a que le pertenece. Reprime, entonces, y se entrega a una repetición que tendrá todo el aspecto de la falta de suerte.

El inconsciente es muy inventivo, y los teorizadores cuentan con un abundante léxico, de modo que existen numerosos conceptos referidos a los mecanismos de defensa : a la par de la represión se cuentan la regresión, las formaciones reactivas, el aislamiento, la anulación retroactiva, la proyección, la introyección, la vuelta en contra del sujeto, la transformación en lo contrario, la racionalización, la sublimación, la negación por el fantasma, la idealización, la identificación al agresor, la escición del objeto, la identificación proyectiva, la negación de la realidad psíquica, el control omnipotente del objeto, la forclusión, etc.

 

¿ Desea usted cambiar de jabón ? SI a la transferencia

 

Gracias al estudio del sueño, de los fenómenos psicopatológcos de la vida cotidiana, del conjunto de los síntomas neuróticos y del lenguaje en su funcionamiento más banal, Freud, Jakobson y Lacan describieron el mecanismo de condensación (que coagula diversos significantes según el modelo de la metáfora poética) y el mecanismo de desplazamiento (el cual desliza el significante con respecto al tejido de los significados). El desplazamiento posibilita e impone la constitución de un inconsciente humano que, por ende, es difícilmente postulable fuera del mundo de los seres hablantes.

Dicho mecanismo permite la huída de la verdad, ya sea hacia la enfermedad o aún hacia la curación, y no suelta sus pinzas alienantes sino merced al análisis...

De hecho, el proceso analítico generalmente lleva a abandonar un cierto número de síntomas, pero no se reduce a esta « curación » que, en algunos casos, constituye apenas el comienzo del análisis. La teoría muestra que los síntomas visibles, cuando desaparecen, lo hacen en provecho de síntomas trans-parentes, que empiezan a girar en torno del análisis y del analista, por lo cual Freud declaró una nueva neurosis : la neurosis de transferencia.

 

Apuntar es errar

 

Al decir « cura analítica » se está hablando de un tratamiento. Pero en realidad dicha « cura » se opone a la « causa » en sentido latino (« enfermedad », « minusvalía »). La « causa » es asimismo el objeto de debate del proceso : el problema, la cosa.

Buscar la curación puede incluso volverla imposible : no se trata de combatir una minusvalía, sino más bien de despejar el problema, interesarse en él, ocuparse de la Cosa. Como el hurón, que busca siempre y no se deja atrapar fácilmente.

Además, por el solo hecho de que lo persigan o traten de destruirlo, el síntoma puede resultar privilegiado, salir ganando. Muy a menudo queda intacto o, como el demonio del evangelio, después que lo han echado, vuelve con siete colegas más terribles aún.

 

El que gana, pierde

 

El felicitarse de una mejoría o de una curación en el proceso analítico, aunque parezca muy legítimo, puede tener consecuencias perniciosas. Un solo ejemplo : una paciente en análisis consulta a su médico generalista, le oye decir que está mucho mejor, que ha hecho bien en comenzar un análisis, etc., y en las semanas siguientes sufre una recaída espectacular.

 

« Furor Sanandi »

 

Con su proverbial sabiduría, Freud escribió : «como cualquier otro fanatismo, la furor sanandi no presta ninguna utilidad a la sociedad humana. Pero subestimaríamos en gran manera el origen y la importancia práctica de las psiconeurosis si pensáramos que estas afecciones pueden vencerse mediante operaciones practicadas con remedios inofensivos. No : en la práctica médica siempre habrá lugar para el ferrum y para el ignis a la par de la medicina, y será imprescindible practicar un psicoanálisis sin modificaciones, metódico, que no tema manipular los más peligrosos factores psíquicos a fin de controlarlos para bien del enfermo. »

 

¡ Morir curado !

 

La curación completa, deseada a cualquier precio por el fanático que denuncia Freud, puede no ser deseable. El hecho de obtenerla trae aparejado un riesgo de catástrofe.

Citaremos el caso de un paciente delirante, no tratado analíticamente, sino con un neuroléptico eficaz. Recupera la razón, su discurso resulta perfectamente aceptable, vuelve al seno de su familia y se suicida. Así pues, no siempre es oportuno obtener la desaparición de la sintomatología, incluida la más espectacular, grosera o impresionante.

 

Una curación catastrófica

 

Según un autor, el que Hitler haya sido quien fue se debe a un psicoterapeuta muy compentente. El futuro Führer era por entonces un soldado pusilánime, apenas más antisemita que sus conciudadanos, al que los gases de las trincheras de 1914 habían dejan ciego y tullido. Después de haber sido evacuado, ya no había podido volver al frente. En ese momento habría intervenido el Doctor Milagro : una buena dosis de moralina, algunas reflexiones acerbas sobre la cobardía, y la sugestión de que, con firmeza, el soldado podría hacer grandes cosas por Alemania. Helo ahí transformado en lo que ya se sabe. Vuelta al combate de todos, y luego al combate solitario : Mein Kampf...

 

Que el yo advenga allí donde el ello era

 

Esta « cura » es muy particular porque no trata de erradicar uno o varios síntomas, sino que intenta promover el Sujeto : un parto de sí mismo.

Atravesar el espejo y superar las ilusiones no sólo no resulta fácil, sino que tampoco constituye una garantía de tranquila felicidad. Se está en un registro diferente del de la sabiduría.

Freud estableció un principio fundamental : « el tratamiento psicoanalítico debe, dentro de lo posible, realizarse en un estado de frustración, de abstinencia ».

¿ De qué se trata ? No es cuestión de privar al paciente de toda satisfacción, como lo propondrá más adelante Arthur Janov, ni de privarlo de toda relación sexual, como lo ordenarán los sexólogos Masters y Johnson.

Sabemos que lo que se halla en la raíz de la enfermedad de la persona es la frustración. Los síntomas le sirven de satisfacción sustitutiva.

En el transcurso del tratamiento se observa que cualquier mejoría del estado mórbido frena el restablecimiento y disminuye la fuerza pulsional que actúa como estímulo en el camino hacia la curación. Esta fuerza pulsional resulta imprescindible, y su mengua comprometería el logro del objetivo.

Conclusión ineluctable : debemos cuidar que el sufrimiento del enfermo no se atenúe demasiado de modo prematuro. Cuando los síntomas han sido destruidos y devaluados, tenemos la obligación de volver a crear el sufrimiento bajo la forma de otra frustración penosa, sin lo cual correríamos el riesgo de obtener una curación leve y transitoria.

 

Pese a todo, merece la pena.

Conferencia pronunciada por el Dr Bernard Auriol en la Universidad del Tiempo Libre (Guérison et PsychanalyseUTLB, Tarbes, 6 de Noviembre de 1992 ; publicada en Parcours, 7-8, pp. 279-285, 10 1993) Traducido por Dr Hector Spivak

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28 Janvier 2005