En busca del sonido

Dr Bernard M. Auriol

(Conferencia pronunciada en el coloquio « Vivir los sonidos », 23-25 de abril de 2004)

traducción Dr Hector Spivak, MD

Suele considerarse que la percepción es un fenómeno puramente pasivo. Nuestros receptores tomarían sin discriminación las informaciones provenientes del ambiente, vale decir que seríamos algo así como un robot equipado con dos micrófonos (los oídos), dos cámaras (los ojos), y numerosos receptores de presión y de temperatura (la piel), cinéticos (los laberintos) y químicos (del gusto y el olfato).

La insuficiencia de semejante conception salta a la vista : al decir que captamos determinadas informaciones del ambiente estamos considerando que éste informa por sus variaciones, y que dichas variaciones dependen de nuestros movimientos. Si siento frío, busco un lugar menos expuesto, me pongo ropa más abrigada, me acerco a una fuente de calor, etc. Mis percepciones térmicas evolucionarán gracias a las acciones que he emprendido para no padecer frío. Cuento con receptores o detectores, de los que puedo modificar la posición : es un primer modo de actuar, en lugar de limitarme a recibir informaciones.

Lo mismo ocurre con la audición : iremos a un concierto o a un desierto, según querramos escuchar música o silencio.


 

Orientación del cuerpo y de la cabeza

Aun cuando no podamos cambiar de lugar, somos capaces de orientarnos hacia una fuente sonora, de aproximarnos o alejarnos de ella ; aunque no lo hagamos tan bien como un perro, utilizando los tres músculos con que cuenta el pabellón auditivo humano podemos llevarlo hacia adelante o atrás, según  nuestros deseos o nuestros temores...

Podemos describir con la cabeza movimientos propulsivos, retropulsivos o giratorios, con el fin de percibir mejor los sonidos más sutiles.

También hemos descubierto medios que permiten oir a varias decenas de metros lo que se dice tras una ventana cerrada, cuya vibración captamos y amplificamos.

Podemos transmitir el sonido a miles de kilómetros, e incluso somos capaces de hacerlo viajar en el tiempo... Las grabaciones nos restituyen, con mayor o menor fidelidad, las voces de Caruso, de Edith Piaf y de tantos otros que han desaparecido.

Al reconstituir los sitios que nuestros lejanos ancestros seguramente han escogido para practicar sus ritos, de cara a dibujos ocres y negruzcos, se tiene casi la impresión de volver a oírlos (cf Igor Reznikoff).

Según el espléndido trabajo de Mathias Fink, hasta podríamos hacer que el sonido desande su camino, no sólo por curiosidad, sino también para poner a prueba los aviones o destruir los cálculos renales (cf a continuación).

En el ámbito de la acústica se pueden realizar verdaderas experiencia de reversión temporal, utilzando matrices de transductores piezoeléctricos. Los « espejos de reversión remporal » desarrollados por Mathias Fink y su equipo en el Laboratorio « Ondas y acústica » (LOA, CNRS-ESPCI (1)-Université Paris 7)  muestrean y registran un campo acústico incidente, para luego reemitir invirtiendo la cronología.

Tales dispositivos permiten focalizar una onda acústica a través de un medio muy heterogéneo, haciéndole revivir a dicha onda las diferentes etapas de su vida anterior, de manera que recorra el camino inverso de su propagación. Esta técnica tiene muy numerosas aplicaciones potenciales. La más avanzada es un dispositivo para el control no destructivo de las piezas de titanio de los motores de aviación. El Laboratorio también ha concebido un sistema de liotripsia capaz de seguir los desplazamientos de un cálculo renal y destruirlo.

La irreversibilidad del tiempo ha preocupado desde hace mucho tiempo a numerosos físicos. Aunque las ecuaciones de la mecánica clásica y de la mecánica cuántica sean reversibles a escalas microscópicas, los fenómenos macroscópicos generalmente manifiestan un comportamiento irreversible debido al número extraordinariamente alto de partículas en juego. En física ondulatoria, la cantidad de informaciones necesarias para describir de manera completa un campo ondulatorio es relativamente baja. Por consiguiente, cabe realizar experiencias de reversibilidad del tiempo en un campo ondulatorio para el que existe una tecnología de redes de captores lineales y reversibles capaces de funcionar en modo receptor y en modo emisor.

En el ámbito de las ondas acústicas se pueden efectuar verdaderas experiencias de reversión del tiempo, utilizando unas especies de « retinas acústicas » reversibles formadas de redes de transductores piezoeléctricos que pueden funcionar indiferentemente como micrófono o como altoparlante : cuando reciben una onda acústica generan una tensión eléctrica (función de captor), pero también pueden producir una onda acústica cuando se les aplica una tensión eléctrica (función de emisor).

Un espejo acústico de reversión de tiempo está formado por un conjunto de transductores piezoeléctricos a los que se hallan asociados otros tantos dispositivos electrónicos. Éstos registran y digitalizan la señal recibida, luego envían al transductor una tensión eléctrica que reproduce la señal registrada, pero en orden inverso, empezando por el final.

 

Escucha : la atención (consciente o no) orienta nuestra audición

Es decir que el oir está relacionado con el escuchar.

Oír

Según Litttré, oir es « recibir los sonidos por el oído, escuchar ». Nuestro oído, pues, sería ese micrófno pasivo al que no queremos reducirlo. Sin embargo, el uso conlleva acción, como cuando Racine (Fedra, III, 3) escribe :

« De su horrible triunfo lo veré regocijarse
y contar tu vergüenza a quien quiera oírle ».
O bien, ante la Corte de Justicia, tanto en Inglaterra como otrora en Francia :
« Oíd, gentes honestas ». Si se utiliza el imperativo, ¿quiere decir que era posible no oír? Ya por entonces se trata de « prestar atención ».
Según Lafontaine « nunca hay que decir a las gentes : escuchad esta buena palabra, oíd esta maravilla » (Fábula XI, 9).
Por otra parte, es posible rehusar la audición (misma etiomología latina : auris = oreja) :
 « Estando mi padre muerto y casi entre mis brazos,
su sangre gritará venganza y yo no le oiré ».
(Corneille, Le Cid, III, 3).

Escuchar

Se asimila este verbo a « ausculto », que significa escuchar con gran atención, obedecer.

« Besarlo varias veces, creer amarlo, tener más de dos orejas para escucharlo » (La Bruyère, III).

En nuestros días, Theodore Reik utilizó el término « tercera oreja » para significar la escucha flotante del psicoanalista. Bellini lo emplea para evocar el conocimiento intuitivo del que se cree dotado.

Tú hablas, mi corazón escucha ;
Yo suspiro, tú me oyes ;
Tu ojo cuenta gota por gota
las lágrimas que derramo.

(Lamartine, Harmonies I,8).

Obedecer

De ob-audire, « escuchar con vistas a, escuchar con un objetivo, obedecer ». No sólo oír, sino algo más : oír para realizar. El grupo obedece al jefe para alcanzar los objetivos del grupo.

Actividad de la musculatura del oÍdo medio y de la cara (boca abierta, bostezo)

Los músculos del estribo y del martillo regulan la tensión del tímpano y de la ventana oval optimizan la escucha, ya sea atenuando los sonidos demasiado fuertes, capaces de destruir la cóclea o, por el contrario, posibilitando la captación de sonidos débiles, con muy escasa energía vibratoria.  Son unos músculos extremadamente activos, casi tanto como el músculo cardíaco.

Del griego Kainein (quedarse con la boca abierta) deriva Kasmastai (bostezar). Esta relación, nada casual, seguramente indica que se escucha mejor relajando la región de la boca y de los oídos. No perderse ni una palabra. Quedarse boquiabierto. La escucha admirativa, asombrada, apasionada, nos hace abrir la boca. ¿Servirá ésta de caja de resonancia ? El abrir la boca ¿tiene efectos favorables, estimulantes sobre el sistema de escucha ? Sabemos, por otra parte, que el bostezo le resulta muy útil al cantor crispado por el estrés ( http://webperso.easyconnect.fr/baillement/themes/voice.html ).

El pabellón y las supersticiones

Según la compilación de Mozzani (1995) :

Dice Aristóteles que las orejas cuadradas como las del emperador Augusto revelan pureza y grandeza de espíritu. En cambio, las orejas muy anchas o muy largas son propias de individuos vanidosos, descarados, sin sentido común, poco dispuestos al trabajo y adictos a la comida, mientras que las orejas grandes, por lo general indican grosería, estupidez y pereza.  Esto recuerda la leyenda de Midas, rey de Frigia, a quien Apolo hizo que le crecieran unas orejas de burro por haber preferido la flauta de Pan a la lira. « El rey Midas ha escogido lo que simbolizan estos dioses : la seducción de los placeres, en lugar de la alrmonía de la razón. Sus orejas largas significan la tontería, proveniente de la perversión de sus deseos. Peor aún : quiere esconder su deformidad, redoblando así la lujuria, la estupidez y la vanidad » (Chevalier y Gheerbrant, 1989, p. 710).

Las orejas pequeñas indican timidez, prudencia, finura, obsequiosidad, pero también frivolidad y violencia. En cambio, « una oreja de tamaño mediano, de forma bien redondeada, ni muy gruesa ni excesivamente delgada », es característica de quien posee dotes intelectuales, espiritualidad, distinción y sabiduría (Collin de Plancy, 1825 y pseudo-Albert le Grand, 1965 p.189).

Sin embargo, conviene señalar que para los anglosajones, las orejas delgadas y angulosas son signo de mal carácter, las orejas largas y prominentes indican inclinaciones musicales, y las orejas grandes son propias de una persona generosa. Por otra parte, la anchura del lóbulo se corresponde con el nivel del intelecto.

En el sud de Francia, quien posea orejas grandes gozará de larga vida. Esta cualidad se relaciona con las orejas largas en Bretaña, donde la asimetría entre uno y otro pabellón anuncia una vejez con parálisis o claudicación.

También en Bretaña, se sostiene que las orejas cercanas al cráneo suponen avaricia, odio y estrechez espiritual, mientras que, al contrario, las que se alejan de él indican inteligencia, generosidad y bondad.

En el Puy de Dôme se adivina el carácter de una mujer palpándole el lóbulo de la oreja : « si es grueso y blando, tiene carácter pacífico, pero si es duro, tiene mal humor » (Revue des Traditions Populaires XIX, 6).

En China, las orejas largas son al mismo tiempo signo de sabiduría y de inmortalidad, y ése es justamente el sobrenombre de Lao-Tsé. « Varios personajes ilustres y de excepcional longevidad, como Wu-Kuang, Yuankieu y el prodigioso héroe legendario de las sociedades secretas, Chu-Chuen-Mei, tenían largas orejas (Chevalier y Gheerbrant, 1989, p. 709).

El oír un zumbido significa que alguien está hablando de esa persona.

Dice el abate Jean-Baptiste Thiers (siglo XVII) :  « Cuando sentimos un zumbido en la oreja izquierda, algún amigo habla o se acuerda de nosotros ; ocurre lo contrario cuando zumba la oreja derecha » (Thiers, 1697-1704, 1, 212).

Sin embargo, en Francia y en Inglaterra, a veces se afirma lo contrario : (oreja derecha = amigo ; oreja izquierda = enemigo), sin duda a causa de la reputación maléfica del lado izquierdo.

Un silbido en el oído derecho también puede significar que alguien nos está denigrando por celos, y del lado izquierdo, que alguien nos prepara una mala jugada. No obstate lo cual, en Bretaña (tierra de Tréguier), « cuando el oído zumba, hay vida por delante : Dios está reparando nuestro cuerpo, llevando la sangre hacia donde hace falta » ((Revue des Traditions Populaires, XVIII, 75).

Según una tradición anglosajona, la comezón en las orejas es provocada por el ángel guardián, pero asimismo indica que alguien está hablando de esa persona, favorable o desfavorablemente, o que recibirá buenas o malas noticias, según se trate, respectivamente, de la oreja derecha o de la izquierda. En la Guía de la Felicidad (1) se lee que « cuando la oreja derecha escuece, la dicha no está lejos ». También en Inglaterra, quien siente picazón o zumbidos deduce que su amor piensa en él (oído izquierdo) o que su madre está hablando de él (oído derecho).

Cuando un tintineo o una comezón en el oído te indican que alguien te está denigrando, muérdete la lengua o el meñique de la mano izquierda, o muerde una punta de tu delantal, o bien recita un Páter, con lo que tu detractor se morderá la lengua.

Para saber quién está hablando de ti, cuando percibas un zumbido deberás recitar el alfabeto : la letra en la que te encuentres cuando cese el zumbido será la inicial de la persona.

También puedes pedirle a alguien que diga al azar un número menor que veniticinco, o, si estás solo, elegrilo tú mismo, y buscar a qué letra corresponde en el alfabeto (a=1 ; b=2, etc.).  En Inglaterra, gacias a este mismo procedimiento se puede conocer la inicial del nombre del futuro cónyuge.

En la tradición escocesa, los oídos que silban anuncian la enfermedad de un amigo, y para los anglosajones en general, significa la muerte de un allegado antes de que se acabe la semana.

En los Estados Unidos se dice que según que el silbido provenga de la derecha o de la izquierda, el duelo vendrá del Este  o del Oeste. En las islas británicas, el tintineo semejante al sonido de una campana también predice un deceso : el de un familiar (derecha) o de un extranjero (izquierda).

El cerumen, tiene virtudes curativas en las heridas infectadas o en las mordeduras de animales venenosos (Bretaña). También se puede aplicar por frotamiento en la piel agrietada (Bélgica). La representación de una oreja se utiliza, especialmente en Italia, como exvoto para las enfermedades de ese órgano (Bonnemère, 1991, 130).

En algunas civilizaciones, los malos espíritus pueden entrar por los oídos : por ejempllo, los Brahmanes se tapan los oídos cuando estornudan, porque consideran que el estornudo es un ataque de los demonios (Encyclopaedia of Magic and Superstition, 1988, 36).

Descripción

Traducción fisiognomónica

Autores

Orejas largas                                                                    

o grandes

  Sabiduría, Larga vida

China

Bretaña

  Larga vida

Sur de Francia

disposiciones musicales, generosidad

  Anglosajones

Vanidad, falta de razón, pereza, lujuria, gula

Chevalier 1989, 710

Orejas medianas 

Reflexión, espiritualidad, distinción y sabiduría

Collin de Plancy, 1825 y pseudo-Albert le Grand, 1965

Orejas pequeñas

Timidez, prudencia, finura, carácter servicial, frivolidad, violencia

Collin de Plancy, 1825 et pseudo-Albert le Grand, 1965 p.189

Orejas delgadas y  angulosas

Mal carácter

Anglosajones

Orejas asimétricas 

Claudicación en la vejez                       

Bretaña

Orejas pegadas

Avaricia, odio, mezquindad 

Bretaña

Orejas despegadas  

           Generosidad, bondad

Bretaña

Lóbulo ancho    

Intelectualismo

Anglosajones

Lóbulo blando

   Mujer pacífica

Puy De Dôme

Lóbulo duro

Mujer de mal carácter

 

Descripción

Traducción fisionomónica

Autores

 

Oído izquierdo

Oído derecho

 

Tintineo

Alguien habla bien de ud.

Alguien habla mal de ud

       Abate Thiers

Alguien habla mal de ud

Alguien habla bien de ud.

?

Silbido

Mala acción en contra de ud. 

Alguien le denigra por celos

Anglosajones

Muerte de alguien lejano

Muerte de un allegado

Comezón (orejas)

Alguien habla mal de ud. o ud. recibirá malas noticias

Alguien habla bien

de ud.o ud.recibirá bonas    noticias 

Tradición anglosajona

Comezón y zumbido

Su enamorado(a) esta pensando en ud.

Su madre está pensando en ud.

 

Utilización auditiva del pabellón de la oreja

Si el animal escucha un sonido que resuena por delante, sus pabellones se yerguen y se orientan hacia ese lado. Si los sonidos provienen de atrás del animal, ambos pabellones toman esa dirección.  Si el animal trata de distinguir un ruido o de reconocer su dirección, una de las orejas se dirige hacia adelante mientras que la otra gira hacia atrás, y luego ambas orejas se alternan en direcciones opuestas, con el fin de explorar el horizonte. Todos estos movimientos son tanto más marcados cuanto más difícil resulta la audición. Las orejas no sólo se levantan, sino que además se dirigen hacia el origen del ruido.

Si el ruido provoca dolor, el animal agacha ambas orejas y las repliega en dirección del cuello, con lo que se dificulta la transmisión de las vibraciones.

La percepción de los sonidos puede perder nitidez en ciertos estados anormales, como una obliteración de la trompa de Eustaquio por mucosidades adheridas al orificio interno o una obstrucción de cualquier origen a nivel del conducto externo. Estas dos situaciones dan lugar a dos movimientos muy frecuentes en el hombre :

-         uno de ellos consiste en toser y carraspear para tratar de oír mejor ;

-         el otro, destinado a despejar los orificios externos del oído, consiste en sacudir la cabeza o utilizar las manos para quitarse el pelo de las orejas, o bien en buscar el obstáculo más en profundidad introduciendo un dedo en el conducto auditivo externo. Este movimiento, que sólo el hombre realiza y tiene mayor « profundidad » que los otros, corresponde a una molestia auditiva considerable.

En distintas razas creadas por el hombre, la oreja presenta grandes modificaciones. Los perros semisalvajes tienen orejas rectas y muy móviles, mientras que los perros modificados por la civilización no pueden erguir sus orejas fláccidas y caídas, sino a lo sumo levantarlas un poco por  su parte basal.  Para compensar esta imperfección, algunos perros, que suelen ser los más inteligentes, giran la cabeza a fin de escuchar de lado.

Músculos minúsculos encargados de grandes funciones

Se ha llegado a la conclusión de que, en la transmisión de los sonidos hacia la cóclea, la cadena de huesecillos tiene función de palanca.

La amplitud de los movimientos se halla controlada por dos pequeños músculos estriados : el del estribo y el del martillo. Ambos tienen gran importancia para proteger el oído interno de los sonidos destructores, y quizá para mejorar la escucha de los sonidos más débiles.

-         El tensor del tímpano o músculo del martillo está inervado por el trigémino (V par craneal). Su contracción « tiende » el tímpano, que por ende pierde movilidad.

-         El músculo del estribo, inervado por el facial (VII par) reduce la movilidad de la ventana oval.

El músculo del estribo disminuye la presión intracoclear (Rouvière, 1932, I, 363). Su puesta en tensión aumenta el poder separador temporal que permite discriminar dos sonidos muy breves separados por un silencio muy breve (Leipp, 1970) y atenuar los sonidos graves demasiado intensos (lo cual amplía la dinámica). Un animal que haya sufrido la sección de estos dos músculos se vuelve sordo más fácilmente como consecuencia de un traumatismo sonoro (Roulleau, 1964). En relación con lo dicho, cabe mencionar la mejoría de la audición de los agudos (músculo del estribo) que Simmons (1964, citado por Burgeat, 1973) registra en los fenómenos de atrención y de carga cortical. La tensión del músculo del estribo prepara el oído cada vez que una persona está por hablar en voz alta. De tal modo, al atenuar los graves vocálicos, hace posible que oigamos lo que ocurre a nuestro alrededor mientras estamos hablando. Por otra parte, la puesta en tensión del estapedio mejora 50 decibeles la escucha de la palabla humana cuando se halla inmersa en un ruido de fondo intenso (Borg, 1989).

Se ha demostrado que, en algunas personas, la contracción o la relajación de este sistema resulta accesible a la decisión voluntaria, pero es probable que todos puedan lorgrarlo con entrenamiento (especialmente valiéndose de un aparato modificador de la escucha).

Fig. 5 Diagrama de la escucha (B. Auriol y P. Csillag)

Células ciliadas externas (internas)

1)     las otoemisiones espontáneas

Las otoemisiones espontáneas, que Kemp puso de manifiesto en 1978, son la manifestación de la actiivdad espontánea de las CCE.  Se trata de unos sonidos de muy leve intensidad, generados por la contracción vibrante de las CCE y transmitidos al tÍmpano por la cadena de los huesecillos, de modo que se puede registrarlos con un micrófono adecuado. Se observan en la mayoría de los fetos, en un 70 % de los recién nacidos y en un 40 % de los adultos. Podrían dar origen a ciertos acúfenos.

2)     las otoemisiones provocadas

Se utilizan como prueba de detección neonatal, con el fin de diagnosticar una sordera de percepción debida a una anomalía de la amplificación coclear por las CCE. En una persona normal, el umbral de detección de las otoemisiones provocadas es inferior al umbral de percepción (-10 dB). Esto explica la excelente sensibilidad diagnóstica de estta prueba. Las CCE mejoran la sensibilidad y la discriminación. El sistema eferente mediano, conectado con ellas, modifica las propiedades contráctiles de las CCE por medio de contracciones lentas dependientes del calcio. Se sabe que una estimulación atenúa las otoemisiones acústicas del oído contralateral, y que la atención selectiva (visual o auditiva) también modula las otoemisiones. De esta manera, la escucha puede ser modulada en función de la frecuencia (Maison et al., 2001).

 

l'attention sélective (visuelle ou auditive) module aussi les oto-émissions.

Ainsi peut se moduler l’écoute en fonction de la fréquence (Maison et al., 2001).

 

La gymnastique des cellules ciliaires externes

Le Pr J.L. Puel  (Montpellier) : Ce qui est intéressant c'est que ces mécanismes actifs, ces contractions cellulaires, se situent dans les fréquences aiguës. Dans les fréquences graves on n'a pas besoin de mécanismes actifs tandis que pour les fréquences aiguës on en a besoin. Ce qu'on peut imaginer c'est que pendant la thérapie par sons filtrés, avec utilisation de sons aigus, on fait précisément une gymnastique des cellules ciliaires externes.

Est-ce simplement une théorie ? Pas tant que ça parce qu'on a montré qu'on pouvait entraîner les cellules ciliaires externes, les muscler. Je veux citer une expérience qui a été faite par Barbara KANELONE en Suède : elle prend deux groupes d'animaux. Au premier groupe elle fait entendre pendant des heures, voire des jours des fréquences de 6000 Hz et suffisamment faibles pour que cela n'entraîne pas de coma acoustique ( 50, 60 db). Elle contrôle bien avant, pendant et après que cela n'a pas endommagé l'oreille. Ensuite elle a un deuxième groupe témoin qui est mis dans le silence, etc. Ensuite derrière elle fait un trauma acoustique à 6000 Hz. Les animaux entraînés en sortent indemnes à la différence des animaux non traités.

 

Voies cochléo-corticales

 Il existe par ailleurs un système central perceptif piloté par un système émotiono-attentionnel (Cf. Pujol et al. 2002).

 

 

 

Voies primaires

 

Voie courte (3 ou 4 relais), rapide (grosses fibres myélinisées) et aboutit au cortex auditif primaire.

Cortex auditif (3) dans l'aire temporale (2) chez l'homme. En fait, l'aire auditive au fond du sillon latéral (1 = sillon de Sylvius) n'est représentée que par transparence.


Voies non primaires (attention, motivation, émotion)

De petites fibres rejoignent la voie réticulaire ascendante commune à toutes les modalités sensorielles. Après plusieurs relais cette voie aboutit au cortex polysensoriel. Elle permet une sélection du type d'information à traiter en priorité ; elle est reliée aux centres des motivations et d'éveil, ainsi qu'aux centres de la vie végétative. Par exemple, lors de la lecture d'un livre pendant l'écoute d'un disque, ce système permet à l'attention de se fixer sur la tâche la plus captivante et/ou la plus importante.

 

L'intégralité et le bon fonctionnement des voies primaires et non primaires sont nécessaires à la perception consciente.
Par exemple, au cours du sommeil, la voie primaire fonctionne normalement (les sensations auditives sont décodées), mais cela n'est pas perçu consciemment, la liaison réticulée-centres de l'éveil n’est plus assurée que de manière sélective (mère sensible aux pleurs du bébé, glissement du serpent près du dormeur de la forêt)

 

 

Cortex : temporal, préfrontal, amygdale, etc

 La perception et la "signification"  de n'importe quel événement acoustique est fortement affecté par le contexte dans lequel il apparaît (McAdams, 1996). A titre d’exemple grâce au conférencier, nous lâchons peu à peu le tonus antigravifique, notre tête tombe, nos paupières s’appesantissent, nous oublions de regarder ; mais le discours nous garde encore à son message; puis sa voix se fait moins aiguisée, à vrai dire moins aiguë. Elle abandonne ses harmoniques. Lointaine, elle s’assourdit à ne subsister que par son rythme au bénéfice de notre endormissement qui s’en fait une berceuse.

 

La pulsion invocante,

 La scène originaire est le plus souvent liée à des perceptions sonores interprétées comme indices de relations sado-masochistes à dominante anale. Elles sont source d’excitation et d’angoisse pour l’enfant, même si c’est à un moindre degré que s’il était victime d’actes pédophiles ou à tendance incestueuse. Les sons du coït, restent généralement empreints de mystère et appel à la curiosité ; curiosité sexuelle bien sûr, mais aussi curiosité tout court ; celle des « pourquoi » litaniques terminés en queue de poisson « parce que » ; celle du fort en thème et du grand voyageur.

Ainsi l’appétit de savoir s’assure au mystère du son sexuel, peut être dès avant la naissance. A cette époque d’ailleurs, hormis les sons répétitifs des rythmes maternels, tout est mystère !

 

 la curiosité, l’écoute, l’hyperacousie

 

 Meilleure est l’audition dans le bruit et meilleure est la performance scolaire en maths et en français (Jacquier-Roux et al., 2000).

 

Les sujets chez qui l’adjonction de bruit dans l’oreille controlatérale à l’oreille testée a provoqué une amélioration des seuils, se sont avérés ceux présentant les meilleurs résultats scolaires ;  à l’inverse, les sujets gênés par le bruit dans l’oreille controlatérale avaient par ailleurs des résultats scolaires plus faibles. Les relations entre les performances perceptives et scolaires sont dans l’ensemble plus fortes lorsque l’on considère les notes en mathématiques que lorsque l’on considère les notes en français. C’est dire que les résultats scolaires – et d’autant plus qu’il s’agit d’abstraction et de logique – sont améliorés lorsque le sujet dispose de la capacité de diriger son attention, de viser les sons qui l’intéressent en utilisant la localisation, en pikotant son écoute en fonction de la provenance spatiale du son. Un test dichotique bien latéralisé est un gage de succès.

 

 

  Le vacarme du silence : chambres sourdes, hallucinations et acouphènes

 

 Si vous visitez une « chambre sourde », c’est à dire dont on a supprimé par des procédés architecturaux toute réverbération, écho, résonance, vous serez surpris de constater que le silence que vous visez cède la place à la perception involontaire des bruits de votre propre corps. Nous découvrons par là, selon l’intuition de Tomatis et les travaux des physiologistes modernes, que notre système d’écoute est avant tout une machine à faire du silence : dans les  conditions habituelles, nous recevons des informations extérieures qui freinent nos CCE et nous évitent le supplice de l’hyperacousie ou des acouphènes.

 

Les yogis disent qu’une épingle qui tombe fait du bruit comme le tonnerre et le tonnerre fait du bruit comme une épingle (c’est dire que les muscles de l’oreille moyenne se détendent ainsi que le freinage des CCE).

 

La conduction osseuse

 

Onchi (cité par Aubry, 1968) a réalisé des expériences sur des cadavres. Elles démontrent que ce système de cavités facilite les sons au-dessous de 1 kHz et les affaiblit entre 1.5 et 4 kHz. Ainsi, les fréquences " conversationnelles " sont très amoindries : est-ce une façon d'atténuer la conduction osseuse par rapport à la conduction aérienne, notamment quand le sujet s'exprime vocalement ?

Dans le cas ordinaire du sujet " bien écoutant ", la perception en conduction osseuse est tout à fait comparable à l'aérienne ; à ceci près que le vibreur, pour communiquer un ébranlement suffisant doit être appliqué avec des amplitudes supérieures : mais il existe entre l'appareil et l'os des tissus mous qui gênent leur solidarisation par simple contiguïté...

Des chercheurs toulousains (Bruno Piérot) ont proposé avec succès un système de communication sonore dans l'eau, utilisant la conduction osseuse. On peut utiliser un signal électrique - que transmet convenablement l'eau salée sur une distance de quelques dizaines de mètres - pour véhiculer le son et le retransformer en vibration à l'arrivée, vibration utilisée au niveau des machoires... Les dauphins utilisent une écoute via leur machoire inférieure et sans besoin d'électricité ! (cf.National Geographic, 3.2, N°11, Aout 2000)

Une firme japonaise propose des appareils similaires "VOICEDUCER bone conduction Headgear HG17 series". Les vibreurs sont placés au niveau des tempes et le microphone capteur de vibrations est placé au sommet du crâne. On obtient ainsi une communication claire, notamment en ambiance très bruyante, avec l'intérêt supplémentaire de pouvoir utiliser des bouchons d'oreille afin de s'abstraire du vacarme de l'environnement.

 

 

 

L’analyse du son

Illusions Sonore

 

 

Capacité d’Analyse tonale

 

oreille absolue

On lit, à propos du jeune Mozart, « J'ai vu et ai entendu comment, quand on lui a demandé d’écouter dans une autre pièce, on lui donnait des notes, tantôt hautes, tantôt basses, non seulement sur le piano forte mais aussi bien sur n’importe quel autre instrument, et il énonçait chaque fois la note tout de go ». (Augsburgischer Intelligenz Zettel, 1763, cité in E.O. Deutsch, 1990, p. 21)

Il est clair que Mozart a eu l’oreille absolue (c’est le cas de moins d'une personne sur dix mille). Pour des personnes douées de l’oreille absolue, nommer une note quand on entend un son n’est pas plus difficile que de reconnaître une couleur bleue ou rouge !. La plupart des compositeurs et interprètes les plus célèbres (comme Beethoven, Bach, Haendel, Chopin, Toscanini, Menuhin, Rubinstein), etc.) sont connus pour posséder ce don.

La capacité de juger une note par rapport à une autre préalablement entendue constitue une « oreille relative ». Les musiciens n'ont aucune difficulté à situer une note s'ils ont une note de référence (le fameux « la » que donne le premier violon aux autres concertistes). Mais la plupart des personnes, et la plupart des musiciens, sont en grande difficulté pour reconnaître une note sans référence préalable.

 

Peut-on acquérir l’oreille absolue ?

 

Quelques investigateurs ont essayé. Ils ont développé des programmes dans ce but (voir Takeuchi et Hulse, 1993, pour une revue). Ce qui est le plus remarquable au sujet de ces programmes c’est leur manque de succès - des gens ont travaillé pendant des mois sans réussir, et même lorsqu'ils ont eu un certain succès, leurs perceptions n'ont pu obtenir l’immédiateté et la facilité caractéristique des individus qui possèdent naturellement ce don.

 

Pour avoir l’oreille absolue, il faut avoir entendu nommer les notes de musique très tôt dans la vie. Par exemple, dans une étude de plus de 600 musiciens, Baharloo et al. (1998) ont trouvé que 40% de ceux qui ont pris des leçons de musique avant l'âge de quatre ans ont l’oreille absolue, tandis que seulement 3% de ceux qui ont commencé la formation musicale après l'âge de neuf ans en bénéficient. Ces résultats désignent une période critique pour le développement de l’oreille absolue, analogue à la période critique où les enfants acquièrent les sons de leur langue maternelle. Jusczyk et al. (1993) ont précisé que leurs sujets qui ont commencé à prendre des leçons de musique avant six ans n'en ont pas pour autant tous acquis cette faculté. Une prédisposition innée semble également en jeu (Baharloo et al, 1998 ; Profita et Bidder, 1988 ; Schlaug, et al.1995) . Elle serait liée à une structure particulière du cerveau au niveau du planum temporale, cette aire cérébrale chargée du langage. Cette région est habituellement plus grande du côté gauche du cerveau que du côté droit, et Schlaug et al. ont constaté que cette asymétrie, qui émerge avant la naissance, est plus marquée chez les musiciens dotés de l’oreille absolue que chez les autres individus.

 

Un certain nombre d'études a prouvé que la plupart des personnes possèdent en fait une forme implicite de oreille absolue, quoiqu'elles ne puissent pas reconnaître les notes directement. La preuve nous en est donnée par le paradoxe du triton (D. Deutsch, 1991). Pour produire cette illusion, deux ordinateurs jouaient successivement des tonalités distantes d’un demi octave (ou triton). Les tonalités sont construites de sorte que leurs noms de note soient clairement définis, mais ils sont ambigu quant à l’ octave auquel ils appartiennent. Quand une de ces paires de tonalité est jouée (par exemple,  Do suivi de Fa#), quelques auditeurs entendent que ça monte, tandis que d'autres auditeurs entendent que ça descend !

 

Pourtant quand une paire différente de tonalité est jouée (par exemple, Sol# suivi de Ré), le premier groupe d'auditeurs entend que ça descend, alors que le deuxième groupe d'auditeurs entend que ça monte. Plus spécifiquement, nous pouvons penser aux 12 tonalités dans l'octave (connue sous le nom de classes de hauteur). La plupart des personnes, dans la fabrication des jugements du paradoxe de triton, placent des tonalités dans une région du cercle de classe de hauteur en tant que plus haut, et des tonalités dans la région opposée en tant que plus bas. Cependant, l'orientation du cercle de classe de hauteur diffère d'un auditeur à l'autre. En outre (D. Deutsch, 1991) ils doivent utiliser une certaine forme d’oreille absolue en faisant ces jugements. Il y a davantage d'évidence que l’oreille absolue, au moins en forme partielle, est plus répandue qu'on ne l’a traditionnellement supposé. Terhardt et Seewann (1983) ont observé que les musiciens qui n’ont pas l’oreille absolue pouvaient néanmoins juger dans une certaine mesure si un passage a été joué dans la clef correcte.

 

Halpern (1989) a constaté que les sujets musicalement non éduqués étaient tout à fait fiables dans leur choix des hauteurs quand ils ont été invités à fredonner à différentes occasions les premières notes de chansons bien connues.

Levitin (1994) a étudié des sujets qui avaient à chanter deux chansons populaires, et il a comparé leurs productions aux hauteurs trouvées dans des enregistrements. Il a constaté que 44% des sujets avaient monté de deux demi-tons la hauteur des deux chansons. Il en a conclu que la hauteur absolue a deux composantes :

(a)     une mémoire à long terme de la hauteur, ce qui est répandu, et

(b)     la capacité d’étiqueter les hauteurs, ce qui est rare.

 

Ainsi pourquoi, alors, la plupart des personnes dans notre société ont-elles des mémoires à long terme stables pour les hauteurs absolus des tonalités, quoiqu'elles ne puissent pas étiqueter les hauteurs qu'elles ont pourtant en mémoire ? La réponse pourrait se trouver dans les langues à tons. En mandarin, par exemple, un mot prend une signification entièrement différente selon le ton dans lequel il est proféré – le  ton étant défini par le contour et par la hauteur absolue. Des hauteurs sont donc employées pour créer des dispositifs verbaux, analogues aux consonnes et aux voyelles. Ainsi, par exemple, quand un haut-parleur de mandarin identifie la signification de « ma » comme 'mother’ ; quand il est parlé dans la première tonalité, ou comme "chanvre" ; quand il est parlé dans le deuxième ton, il ou elle associe une hauteur définie (ou une combinaison de hauteurs) à une étiquette verbale. De façon analogue, quand une personne à l’oreille absolue identifie le bruit de la note Do# comme "Do#" ou la note Ré comme "Ré" elle associe également une hauteur à une étiquette verbale. Supposant, alors, que l’oreille absolue est utilisée dans les langues à ton pour distinguer les différentes significations d'un mot, nous pouvons nous attendre à ce que les locuteurs de ces langues soient très cohérents d'un jour à l'autre quant aux hauteurs qu’ils emploient pour prononcer les mots. Pour examiner cette prévision, Henthom et Deutsch, et al. (1999) ont examiné sept locuteurs dont la langue maternelle était le vietnamien. Chaque sujet a participé à deux sessions. A chaque session, le sujet a reçu la même liste de 10 mots vietnamiens pour la lire à haute voix une fois. Nous avons alors calculé, pour chaque sujet, la différence entre la hauteur moyenne pour chaque mot le jour 1 et le jour 2, et nous avons fait la moyenne de ces différences pour toute la liste. Les résultats ont montré une extraordinaire uniformité: les sept sujets produisirent une différence de  hauteur moyenne inférieure à ½ ton et  cela tombait à ¼ de ton pour quatre de ces 7 sujets.

Dans une deuxième expérience, nous avons utilisé 15 locuteurs de mandarin comme sujets, et nous avons employé une liste de mots qui comprenait les quatre tons du mandarin. Chaque sujet a encore participé à deux sessions qui ont été tenues à différents jours, mais dans ce cas-ci il ou elle prononça deux fois la liste des mots à chaque session, les lectures étant séparées par approximativement 20 s. Nous avons calculé quatre différences : entre les premières lectures le jour 1 et le jour 2, entre les deuxièmes lectures le jour 1 et le jour 2, entre les premières et deuxièmes lectures le jour 1, et entre les premières et deuxièmes lectures le jour 2. Nous avons encore trouvé une uniformité remarquable. Pour toutes les comparaisons, la moitié des sujets a produit des différences ramenées à une moyenne de hauteur inférieure  à ¼ ton, et un tiers des sujets a produit des différences inférieures à 1/8 de ton. En outre, les analyses statistiques n'ont trouvé aucune différence significative en degré d'uniformité de hauteur qui s'est produit pour prononcer la liste de mots à des jours différents, comparé à la répétition immédiate. Nous avons conclu que bien que les anomalies de hauteur que nous avons trouvées fussent remarquablement petites, elles ont néanmoins sous-estimé la précision de calibre des sujets possédant l’oreille absolue. Cette étude indique que les locuteurs du Vietnamien et du mandarin possèdent une forme extraordinairement précise de hauteur absolue qu'ils utilisent dans l'énonciation des mots en leur langue maternelle. Les résultats suggèrent que l’oreille absolue ait pu avoir évolué comme dispositif de la parole, analogue à d'autres dispositifs tels que la qualité de voyelle (voir également Brown, 2000). On peut aller plus loin et présumer que ce dispositif est généralement acquis pendant la première année de la vie, pendant la période critique au cours de laquelle les bébés acquièrent d’autres caractéristiques de la parole (Jusczyk et al., 1993).

 

En effet, Saffran et Griepentrog (2001) ont prouvé les enfants âgés de 8 mois pouvaient accomplir une tâche d’apprentissage perceptuel comportant la nécessité d’une oreille absolue. Pourquoi, alors, quelques individus rares dans nos pays possèdent-ils l’oreille absolue, quoiqu'ils n'aient pas eu l'occasion d'associer des hauteurs à des étiquettes verbales pendant la période critique pour l'acquisition de la parole ? Peut-être pour de tels individus, cette période critique est-elle d'une plus longue durée, et se prolonge-t-elle à l'âge auquel ils ont commencé à prendre des leçons de musique. Une telle prédisposition associée à une période critique prolongée pourrait être génétiquement déterminée, et pourrait également être associée à certaines différences dans l'organisation du cerveau (Schlaug et al., 1995).

 

Nous ne savons pas si l’oreille absolue acquise au commencement pour la parole se généralise plus tard aux tonalités musicales, bien qu'il y ait quelques observations en ce sens (voir, par exemple, Gregersen et al., 1999). Si une telle généralisation se produit, l’oreille absolue pour la musique, rare en occident, serait bien plus répandue dans les pays où on parle des langues à tons. Plus généralement, je propose l’idée que la hauteur absolue, traditionnellement envisagée comme aptitude musicale, a évolué à l'origine au service de la parole. Comme corollaire, je propose également que l’oreille absolue, qu’elle soit musicale ou langagière utilise les mêmes mécanismes neuro-physiologiques.

 

les synesthésies

References

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1 Novembre 2005