A QUIÉN RECOMENDAR EL YOGA COMO TERAPIA

(CAPITULO PRIMERO)

El yoga y las personas de edad

Si el monitor respeta las posibilidades actuales, a todos los niveles, de quienes participan en las sesiones, no hay inconveniente en que aconseje el yoga incluso a personas de edad relativamente "avanzada".

La encuesta realizada en 1968 por M. Lacheny [1] , halló la siguiente distribución por edades:

Edad

Alumnos

Profesores

20- 29 años

19 %

12 %

30- 39 años

31 %

30 %

40- 49 años

31 %

32 %

50- 79 años

22 %

11 %

Tabla I. La edad de la práctica

Por nuestra parte, lo hemos utilizado provechosamente con enfermos de 17 a 62 años.

La señora A.B., de 60 años de edad, aquejada de insomnio y de tics nerviosos, acude a un curso de yoga que se imparte en la ciudad. Al cabo de dos meses de práctica semanal, ya no toma somníferos por la noche [2] . Está más relajada y menos "nerviosa ". Los tics han desaparecido por completo. El profesor observa que, si falta a una sesión o no repite, siquiera brevemente, los ejercicios en su casa, los síntomas "reaparecen ": los tics vuelven, su paso se hace irregular, la cadencia de su conversación se acelera...

No es excepcional encontrar personas de 65, 70 y hasta de 75 años que practican diariarnente posturas y respiraciones a veces consideradas "difíciles" [3] .


El yoguiraj V.S. Bua, cuya estancia en Francia dio lugar a anécdotas pintorescas y cómicas, es conocido por ejecutar los ejercicios más difíciles del hatha- yoga a pesar de sus 75 años . Se sabe que es capaz de hacer, por ejemplo, el kheçari mudra; que consiste en obturar la abertura posterior de la nariz con la lengua, cuyo frenillo se ha cortado previamente [4] . Su caso, no obstante, no es más que el fruto de un entrenamiento muy largo y constante, ya que desde los 10 u 11 años, fecha de su iniciación, nunca ha dejado de hacer sus ejercicios (lám. 3).

En la revista "Yoga", Van Lysebeth publica las fotos de una persona de 72 años. Su hatha-yoga parece impecable, y sólo hacia 4 años que había comenzado a practicarlo ! [5]

A juzgar por la tabla 2, se diría, sin embargo, que los resultados "terapéuticos" decrecen sensiblemente con la edad. Esta comprobación no debería, a priori, sorprender demasiado: por lo que sabemos, todas las formas de terapia admiten que su rentabilidad es menor a partir de los 35- 40 años [6]

Edad

15- 24

25- 34

35- 44

45 y más

Resultados

buenos

70 %

55 %

53 %

40 %

mediocres

30 %

45 %

47 %

60 %

Tabla 2. Resultados segûn la edad

Cabe hallar una justificación biopsicológica de este fenómeno. Cuanto más joven es un individuo, mayor capacidad de plasticidad parece poseer a todo nivel; cuanto mayor es su edad, menos apto para replantear los condicionamientos, las costumbres, los mecanismos de defensa y las estructuras superficiales o profundas que forman la trama de su personalidad. Incluso la cicatrización de las heridas obedece a la ley de la edad, la flexibilidad y elasticidad de la piel, etc.
El tejido nervioso cumple especialmente esta regla por cuanto es aparentemente incapaz de regenerar una sola de sus preciosas células una vez que se han destruido. Sea el que sea el nivel intelectual del individuo, todas las pruebas de aprendizaje psicomotor son sensibles a este fenómeno.
Hay que mostrarse prudente con las personas de edad, y tanto más cuanto mayores sean, sin olvidar nunca que la menor flexibilidad del tejido pulmonar y vascular (arteriosclerosis, esclerosis bronquial, principio de enfisema) explica la peor tolerancia a la falta de oxigeno; el esfuerzo exagerado aumenta el riesgo de edema pulmonar de sobrecarga (ejercicios respiratorios de retención).

Hay que recordar también el desgaste de los cartílagos y de los huesos; a consecuencia del mismo, los traumatismos moderados (osteoporosis) pueden causar daños importantes y producir modificaciones notables a la altura de la columna vertebral, punto de ejercicio constante de las posturas.

Sin embargo, la práctica cotidiana revela que el yoga es beneficioso para las personas mayores con tal de que sea muy moderado y progresivo y después de haber examinado, radiológicamente si es preciso, la estructura del raquis. El ejercicio en general, y el yoga más todavía, siguen siendo medios excelentes para combatir el envejecimiento y su cortejo de enfermedades. Asimismo, tras de investigaciones profundas y minuciosas, los sabios soviéticos afirman que es necesario aconsejar a las personas mayores ejercicios físicos que no sean ni demasiado intensos ni excesivamente largos y que ofrezcan una carga emocional suficiente, si bien no exagerada, y una gran diversidad de impresiones [7] .

La falta de ejercicio en los ancianos acarrea una especie de atonía y de no reactividad endocrina muy perjudiciales para los individuos que el profesor Bourlière denomina "institucionalizados" ". De hecho, como observa Berthaux, el anciano no manifiesta una menor sensibilidad a las hormonas, sino que tiende a usar menos sus glándulas endocrinas.
La relación {17 cetosteroides /17 hidroxicorticoides} recobrará un valor normal al someterle a un entrenamiento físico conveniente [8] ....

El hatha-yoga se practica en el marco de la Universidad para la tercera edad, de Toulouse y Montauban. Por otra parte, todas las técnicas yóguicas que utilizan diferentes formas de concentración, reflexión o actitud devota (salvo las posturas y las respiraciones) no pueden tener sino excelentes efectos en el anciano que las practica con convicción.


Tradicionalmente, se considera que la psicoterapia profunda no es oportuna más allá de la cincuentena, cuando florecen los síntomas de ansiedad, la hipocondría y los estados depresivos. Según confiesan sus más ardientes partidarios, a esa edad la quimioterapia sólo puede prescribirse con extrema prudencia.


De ahí el interés del hatha-yoga : su dosificación incumbe al paciente mismo, y su eficacia para combatir los síntomas citados es evidente, cuando no espectacular.


El comportamiento de los ancianos hospitalizados se deteriora tan rápidamente después de su admisión que un gran número de ellos tiene que guardar cama. Se sabe que una serie de medidas de "animación" o "psicoterapia preventiva" (ludoterapia, socioterapia, ergoterapia, etc.) impide esta decadencia progresiva. El coste elevado de esta profilaxis sirve de pretexto para no ponerla en práctica. Un estudio de Raymondis demuestra que se trata más bien de una excusa para ocultar la falta de imaginación y de interés: en efecto, para gozar de un confort parecido, un paciente en cama exige 180 minutos diarios de cuidados, mientras que un anciano en pie no requiere más que 60 minutos de asistencia, es decir, la tercera parte de tiempo. El hatha-yoga representa una de las técnicas más eficaces, menos caras y más fáciles de poner en práctica, siempre que se permita a una enfermera, enfermero o kinesiterapeuta (etc.) adquirir la formación adecuada.

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Los estudios actuales sobre la importancia de la tensión muscular de sentido opuesto al movimiento observado en los hemipléjicos (músculos antagonistas) proporcionan algunos argumentos en favor de la aplicación de esta técnica a los hemipléjicos espásticos en fase de reeducación. Pero esto seria entrar en el dominio neurológico, que, de momento, queda fuera de nuestra perspectiva...

II. El yoga y el niño

Al realizar su encuesta entre los profesores de yoga, M. Lacheny comprobó que los 110 alumnos interrogados eran adultos. Pero cuando preguntó a 45 profesores a qué edad es aconsejable iniciarse en esta práctica, obtuvo las respuestas siguientes:

- el 62,2 % postulaba que la iniciación tuviese lugar entre los 10 y los 17 años;
- el 24,4 % prefería entre los 5 y los 10 años;
- el 13,4 % , por último, no quiso precisar edad.

En los colegios anexionados a ciertos conventos budistas, los japoneses recomiendan la meditación zen en posición sentada ¡a partir de los 7 años! Según mis noticias, los gurús indios no aconsejan el hatha-yoga antes de los 10 - 12 años. Hasta el momento presente, el uso de esta práctica en la terapia infantil no ha sido objeto de un estudio sistemático. En espera de experiencias posteriores y más rigurosas, daré aquí algunos resultados de las investigaciones de Reuillard [9] .

Su trabajo entre niños huérfanos israelitas, de 1945 a 19 5 3 , no ha sido valorado con precisión; las institutrices afirmaban a menudo que los niños se "calmaban" notablemente gracias al yoga. Escolares rezagados, aunque de nivel intelectual normal, asistían a clases de perfeccionamiento; los acontecimientos que habían vivido explicaban su nerviosismo, su inestabilidad psicomotriz y su carácter turbulento.

La experiencia terapéutica realizada en Niza durante 6 años (del 64 al 70) estaba destinada a niños psicóticos y evidenció las considerables diferencias que existen entre la gimnasia y el yoga: se diría que, al término de una sesión de la primera, el alumno piensa: "¡ Uf ! ¡Ya acabé ! " El efecto del yoga, por el contrario, parece persistir "en su cabeza". Ciertos observadores llegan a decir que "es como una droga".

Al parecer, una terapia de expresión (y en especial, la de orientación psicoanalítica) se desarrolla más rápidamente y con menos dificultades cuando se practica al mismo tiempo o después de una cura de yoga. En cambio, se adaptan menos al yoga los niños que inicialmente han participado en sesiones de psicodrama analítico.

En la práctica, conviene aquilatar las posibilidades reales del niño o del adolescente así como su mentalidad en un momento concreto para evitar que, al primero, le desanime la excesiva monotonía o duración de cada postura, y que el segundo se fuerce en sus posibilidades (tendencia a "sobrepasarse" [10] ).

Los ejercicios de posturas poseen un interés especial para descubrir y corregir las faltas de coordinación entre brazos y piernas, que, según Mabille, causan tantos trastornos del esquema corporal como las existentes entre derecha e izquierda. Gracias a la reeducación del yoga, se han curado ciertas anomalías de la locución, como el tartamudeo, que persistían tras un tratamiento ortofónico de apariencia más lógica.


Desde enero de 1969, Maud Forget da una lección semanal de una hora a los niños `débiles' que trata. Al cabo de 6 meses, asegura haber conseguido resultados, a su juicio, notables. Recalca concretamente el interés que reviste esta práctica en el caso de los trisómicos 21 ("mongólicos"), cuya hipotonía les permite realizar todas las asanas ordinarias sin la menor dificultad.


Leneveu posee igualmente una experiencia de varios años en el Centro de La Mandoune (I. M. Pro.). Los alumnos del mismo tienen de 13 a 17 años; su coeficiente intelectual estará comprendido entre 65 y 85 (el ‘CI normal' es, teóricamente, 100: insistamos en lo muy discutible que resulta utilizarlo al margen de fines teóricos, es decir, para clasificar los escolares en los distintos establecimientos). En su informe, Leneveu refiere: "Hemos hallado dificultades de orden material y de orden psicológico. Aunque cooperan, algunos alumnos se muestran agitados, inestables y carentes de concentración; por ejemplo, se dirigen a un compañero y exclaman: "Mírame, yo lo hago mejor que tú." Pero esta actitud desaparece progresivamente y, al cabo de dos meses de entrenamiento, la sesión se realiza en una calma absoluta.
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"El profesor realiza los diversos ejercicios o posturas al mismo tiempo que los alumnos. Eso supone una ventaja evidente: el valor del ejemplo, que causa un gran impacto psicológico en la actitud de los muchachos; tiene, a su vez, un inconveniente: cuando se realizan las posturas, a menudo se observan conciliábulos incontrolados."

Una entrevista informal con los alumnos ha permitido comprobar que:

- el 60 % de los mismos afirma que ha mejorado su función respiratoria y que han desaparecido los dolores del diafragma debidos a un esfuerzo intenso y prolongado ("punzada del costado").
- el 50 % advierte una mejoría de su sueño en cantidad, en calidad, o en ambas.
- el 3 3 % ha notado que sus conductas alimenticias se han estabilizado y su apetito regularizado, lo que supone ingerir las comidas conforme a un horario menos variable.
- el 45 % cree tener mejor memoria, retener mejor las lecciones y hacer progresos escolares.

Varios hablan de un optimismo creciente, de un mayor gozo de vivir. "Ahora bien, nuestros alumnos han sufrido numerosos fracasos antes de venir a parar a nuestro centro, y la confianza acrecentada en su propia valía es una baza importante en la acción educativa."

Efectos observados en el conjunto de la clase: una disminución de la inestabilidad y la agresividad gratuitas, mayor atención y más participación en las actividades de grupo. Demuestran más facilidad en las de tipo psicomotor, los trabajos manuales, etc.

III. El yoga y la inteligencia [11]

A la pregunta: ¿ Es el yoga para personas de inteligencia normal o está reservado para las de inteligencia superior ? ", Forget responde que es para ambas, siempre que se trate únicamente de posturas y respiraciones simples [12] .

Nos parece que los `resultados clínicos' son mejores tanto para los individuos `débiles' como para los 'dotados' ". En esto radica uno de los puntos de interés de la yogaterapia (al igual que de otras psicoterapias no verbales) con respecto a las personas muy o muy poco "razonables". Las deficiencias de comprensión y análisis hacen que la organización de la personalidad `débil' sea poco sensible a las formas verbales de psicoterapia. El superdotado, en cambio, comprende lo que le dicen, pero lo comprende tan bien que sus `resistencias' serán más complejas, sutiles y astutas, y utilizará sus grandes dotes para manipular los conceptos de forma que le sirvan como medio de eludir el enfrentamiento con aquello que, para él, se pone realmente en entredicho.

IV. ¿ El yoga es únicamente para mujeres ?

Al igual que la misa entre los católicos, parece que el yoga atrae más a las mujeres que a los hombres...

Sucede a la inversa en los ‘deportes', en especial en los de competición, que, por lo general, cuentan con más practicantes y espectadores masculinos que femeninos.


En primer lugar, conviene señalar que uno de los lemas del deporte podría ser vencer, mientras. que el yoga perseguiría, sobre todo, ‘dominarse'. La primera actitud se orienta hacia el mundo objetivo, exterior, y considera a los demás como obstáculo; la segunda, por el contrario, busca la exploración interior, el mundo subjetivo, y entiende que el prójimo es ‘fuente de progreso', término de armonía, etc. La primera parece ‘activa'; la segunda, ‘pasiva'...

En el aspecto `físico', el deporte requiere ciertas aptitudes y desarrolla algunos elementos anatómicos:

fuerza y volumen del sistema muscular,

fuerza y resistencia del aparato cardiovascular.

El yoga parece tanto más accesible cuanto mayor `flexibilidad' se posea y menor `fuerza' se emplee.

Desde un punto de vista estético, la actividad deportiva forja ‘varones hermosos', pero a veces transforma a las mujeres en ‘viragos'. Al armonizar las formas, flexibilizar los movimientos y distribuir las masas informes de manera más fisiológica, el yoga propicia más la impresión de gracia que la de virilidad. Tanto en su contextura como en sus consecuencias estéticas, e incluso psicológicas o sociológicas, parece destinado a regocijar más a la 'mujer' que al 'hombre' (me refiero al contexto sociocultural de la civilización occidental, puesto que en Oriente, hanta hace poco, el yoga era esencialmente una actividad masculina).
En la población que hemos estudiado, hallamos un 60 % de mujeres y solamente un 40 % de hombres. Las condiciones concretas de reclutamiento de la misma no debe inducirnos a creer que se trata de un azar. El mismo porcentaje mayoritario de mujeres se da en las salas urbanas de yog
a [13] . A mi entender, es ante todo el estereotipo occidental de la `virilidad', noción plenamente impregnada de `fuerza', de competición, de actividad más o menos violenta ("el rugby; eso sí que es un deporte"), lo que explica este fenómeno. El hombre tiene que ser productivo, extravertido, dominador [14] , etc.

Freud observa que la oposición "activo - pasivo" se funda en la oposición masculino - femenino, que, durante un cierto periodo de la psicogénesis, había carecido de toda significación. La correspondencia entre la actividad y la masculinidad y entre la pasividad y la feminidad existe, en parte, como hecho biológico, aunque no es en absoluto algo tan regularmente imperativo y exclusivo como solemos creer [15] . En la actualidad, la igualdad de los sexos produce una "activación" de la mujer y una "pasivación" del hombre, aunque, en este sentido, las ideas que circulan, las modas en el vestir e incluso las leyes se adelantan a menudo a los estereotipos consagrados por nuestros conceptos reaccionarios. No es sorprendente que las mujeres acepten mejor, por su calidad de pasivas, una terapéutica de aspecto 'femenino', ni debe asombrarnos que los hombres se interesen menos en ella. De hecho, no se trata solamente de la oposición "activo - pasivo", sino de la dicotomía "sujeto - objeto": el patrimonio del hombre consta a menudo de "bienes inmuebles"; el de la mujer, de encanto, dulzura, gracia, ternura, atractivo sexual, etc.

El grado de participación en el yoga de cada sexo por separado indica que las mujeres lo practican con mayor convicción. Por otra parte, la apreciación objetiva de los resultados señala que también sacan de él más provecho que los hombres. Ahora bien, estas observaciones no bastan para formular conclusiones definitivas: G. Bompart, por ejemplo, tiene en sus cursos más alumnos que alumnas.

V. ¿ Cuánto tiempo debe durar la yogaterapia?

Desde un punto de vista muy amplio, parece que es posible distinguir diferentes "efectos" de la cura según la duración de la misma:

1. Inmediatamente después de la sesión y durante algunas horas, se nota casi siempre, y en la mayoría de los individuos, una sedación de la ansiedad, un incremento de la actividad y una relajación del repliegue sobre uno mismo, lo que permite entablar un contacto más estrecho con el 'enfermo'. A veces, se observa más bien serenidad: el paciente se muestra sosegado, su mímica revela una cierta satisfacción que ordinariamente no llegar a ser euforia.

2. Al cabo de una o dos semanas, desaparecen ciertos trastornos neurovegetativos (intestino perezoso, opresión res­piratoria, palpitaciones cardiacas, etc.).

3. Al cabo de dos meses de práctica, aparecen claramente las modificaciones en la relación, iniciativa y comportamiento que habrán de persistir (aunque menos obviamente); por tanto, si al tercer mes no se aprecia ningún resultado observable o declarado por el paciente, parece inútil proseguir la cura.

Si se comprueba una clara mejoría, no debe maravillarnos: en efecto, he sido testigo de espectaculares progresos que han impulsado a un individuo a encarar situaciones que le sobrepasan y a obstinarse en su enfrentamiento, sin darse cuenta de que acumulaba deudas de 'energía' o se hacia ilusiones sobre el desenlace del combate. La recaída era todavía más brutal, pudiendo Ilegar en ocasiones al suicidio, pues el paciente, 'fortalecido' por el yoga, por lo general había abandonado su ejercicio. En las circunstancias actuales, parece más prudente considerar que el yoga constituye un tratamiento suspensivo y sintomático más que 'curativo', y ello, evidentemente, en la medida en que los fenómenos de grupo, la expresión corporal y la psicoterapia verbal de un individuo y de su familia se han utilizado conjuntamente o muy poco o muy mal [16] .

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VI. El yoga ¿ terapia de qué ?

Por lo que atañe a una obra como la de Iyengar, [17] muy recomendable en cuanto a las técnicas descritas, no podemos por menos de asombrarnos ante las pretensiones terapéuticas que enuncia sin aportar argumentos experimentales o 'científicos'. El autor se limita a declarar que su experiencia le ha enseñado la utilidad de la práctica yóguica para 88 afecciones como las que cito: acidez, anemia, apendicitis, artritis, asma, hipertensión arterial, trastornos de la memoria, bronquitis, bronconeumonía, desplazamiento del cóccix, colitis, estreñimiento, trombosis coronaria, diabetes, cardiomegalia, desplazamientos de los discos intervertebrales, hernias, indigestión, insomnios, trastornos menstruales, lumbago, catarro nasal, espermatorrea, tuberculosis, úlcera gastroduodenal, varices, etc.


Iyengar describe una serie de posturas o ejercicios respiratorios capaces de provocar una mejoría en cada una de estas dolencias. No me parece que todo esto sea absolutamente cierto, ni tampoco que convenga descalificarlo con comentarios burlones. Si no nos ceñimos a un metódico estudio 'experimental' y 'científico' de cada ejercicio, en función de cada síntoma o de cada enfermedad, es imposible distinguir aquí lo 'verdadero' de lo 'falso'.


La acupuntura, que durante mucho tiempo suscitó escépticas sonrisas, se presta hoy menos a la ironía; sea la que fuere la impresión causada por las afirmaciones entusiastas de quienes practican estas disciplinas, la ciencia médica ya no puede ni debe ignorarlas, sino que, al contrario, tiene que emprender un estudio finalmente riguroso de los mecanismos en juego y de los resultados mensurables.

Deshmukh [18] ha demostrado las virtudes terapéuticas de ciertos ejercicios en el caso de la hipertensión arterial `esencial' (esto es, no vinculada a una lesión renal o suprarrenal, o a una estenosis ístmica).

Reinharez (París) ha conseguido que sus enfermos de varices mejoren sensiblemente.

Benson [19] ha recalcado la utilidad de la meditación trascendental y de su propia técnica para prevenir o tratar los efectos del stress sobre el sistema cardiovascular (hipertensión, arteriosclerosis, angor e infarto, hemiplejía).

Por lo que a mi [20] respecta, he conseguido esbozar una prueba estadística de la acción del hatha- yoga sobre las obesidades y las flacuras.

Weldon [21] ha mostrado que la meditación trascendental hace adelgazar a las personas obesas.

Chabaud estima que la respiración `solar’ (inspiración por el orificio derecho de la nariz, espiración por el izquierdo) es la más eficaz para reforzar la homeostasia ponderal. Da el ejemplo de un hombre de 40 años y 1,81 de altura que bajó gradualmente, mediante ese procedimiento, de 92 kg a 76 kg (hecho verificado a lo largo de 5 años). Es preciso recurrir a una regulación del sistema neurohormonal, responsable de la bipolaridad hambre - saciedad, para explicar este efecto. Dicha regulación mediante el yoga no dura mucho, pues cesa muy rápidamente cuando se interrumpe la yogaterapia, pero no debe vincularse forzosamente con un mecanismo regulador "corto" del binomio hambre - saciedad ni, en especial, con fenómenos de la serie únicamente glicostática [22] . Estos últimos intervienen quizá en la medida en que algunas personas que practican el yoga de forma intermitente han observado que, después de la sesión, el apetito aumenta por encima de lo normal o disminuye en la comida que sigue inmediatamente al ejercicio. Sin embargo, la observación clinica revela que, aparte de algunos casos aislados, la regulación del apetito suele pasar inadvertida y sólo se manifiesta al pesarse: pensamos que ocurre así en virtud de una acción progresiva que comprende todas las corridas y no sólo las que siguen a la sesión...

Se han publicado asimismo otras aplicaciones del hatha-yoga, bien corroboradas por los siguientes hechos:

-        tratamiento del asma [23] ,
-        cinesiterapia - psicomotricidad [24] .

Como han descubierto los otorrinolaringólogos, el ejercicio de la "respiración alternada" tiene una gran eficacia en la curación de las rinitis.
La acción de ciertas posturas sobre el estreñimiento es singularmente evidente: recordaré a este propósito las declaraciones de un grupo de enfermeras a las que dejamos elegir la postura y el tiempo que se le dedicaba. Adoptaron la posición del arado tradicionalmente recomendada para los trastornos del tránsito intestinal. Pues bien, todas las participantes tuvieron que ir al retrete al término de la sesión: varias que sufrían de estreñimiento habitual expresaron su viva satisfacción.

Sargent [25] ha demostrado que la visualización de registros de la temperatura cutánea, que se mide a la vez a la altura de la frente y de las manos, permitía que personas con jaquecas rebeldes a numerosos tratamientos calmasen o curasen sus accesos de dolor de cabeza al reducir la circulación de los vasos capilares de la misma.
La meditación trascendental, al igual que otras técnicas de relajación (técnica de Benson o training autógeno), ejerce una acción sobre la jaqueca y la vascularización de los miembros, que se incrementa).

Si las técnicas de yoga refuerzan la homeostasis del organismo en todos los niveles observables, como numerosos argumentos parecen demostrar 25 (regulación del pulso, de la respiración, del peso, de ciertos parámetros de la actividad química sanguínea, etc.), es probable que la "salud", en conjunto sea no ya solamente restablecida, sino también reforzada, y que el organismo se vuelva más capaz de soportar el stress y las agresiones de todo tipo, tanto las de origen físico o químico como las psicobiologicas o sociales.

La práctica asidua de los ejercicios respiratorios, posturas y relajación implica que se ponen en tela de juicio, de modo más o menos evidente, las relaciones entre el 'sujeto' y su `dato empírico'; aquél empieza a interrogarse sobre su vida, la manera de verse a si mismo, de ver la `vida' y el `mundo'. Un cierto modo de engañarse con respecto a la propia existencia se hace imposible, hasta el punto de que si no logro aceptar el reconocimiento de mi engaño abandono los ejercicios de yoga. Sin duda, esta práctica es una "anti - diversión" [26] ; me obliga a tomar conciencia de ese destello de responsabilidad que me convierte en algo más que un mecanismo, engrasado o rechinante. El que sea una cosa u otra - que uno se sienta a gusto o a disgusto en su pellejo - apenas tiene que ver con esa toma de conciencia, que es también un distanciamiento ante uno mismo y un llamamiento a la consistencia. Yo creo en el valor terapéutico de esa nueva conciencia, incluso si la curación de mis síntomas no es más que transitoria, incompleta, frágil e incierta; ¡incluso si antes carecía de tales síntomas!

H. Landier, especialista de la "semántica general" de Korzybski, escribía en una nota policopiada: "Personalmente y hasta este momento, no he hallado (técnicas, ciencias, filosofías) que me ayuden tanto como la semántica general... empíricamente y en mi opinión. A condición de que se trate no de hablar, sino de hacer, y de hacerlo ahora mismo, pues hoy es el primer día de lo que me resta de vida".

El yoga, precisamente, no aconseja otra cosa que hacer ahora mismo, pero se detiene para preguntar: “¿ Hacer qué ? ¿ Por qué hacerlo ?" ¿Qué se puede responder ? Nada que no sea algo inexpresable, implícito de lo implícito, deseo de deseos y no conjunción de los mismos, sino su brote instantá­neo, deseo siempre presente y muy a menudo ignorado, jamás asequible a causa de que si quiero fijarlo o recordarlo, ya no es sino un estado anímico incierto en la estela del que existía ayer, pero sin ser ya nada, porque yo existo ahora...

En otro lugar he intentado ser más clásico y más claro al hablar de un proceso que tiende a transformar la "angustia neurótica" en "angustia existencial [27] ". La formulación, aunque no es del todo absurda, sigue siendo muy insatisfactoria, y prefiero pedir al lector que no actúe durante unos segundos... (fig. 1).    

 

 

 

 

 

 

 

 

 

fig. 1

La sesión de yoga puede asemejarse a lo siguiente: una hora concedida a una inacción vigilante, lejos del tumulto de la calle, de las batallas que se libran en mi, de todo lo que se mueve, se agita y se desgañita, lejos del amor y del odio, con la respiración y el cuerpo ligados al corazón de mi vida biológica, psicológica, "nosológica"... Y las frases son al tiempo exactas e insuficientes para comunicar una experiencia que uno conoce y que corre el riesgo de rechazar o llamar de otra maniera: la misma no da pie a que intervenga la lógica, e incluso desafía a la poesía.

Me parece que en la técnica de Morita [28] se utiliza mucho la explotación terapéutica de la "angustia existencial" como superación de la "angustia neurótica". Se trata de una sucesión de etapas de calidad y duración prefijadas: aislamiento casi absoluto, a continuación contactos con la terapeuta y el grupo, trabajos duros alternados con otros más ligeros, etc.

Morita ha logrado demostrar que su técnica era extremadamente eficaz, en especial con los obsesivos, los fóbicos y los asténicos; no la aplica a los histéricos ni a los psicóticos disociados.
La técnica está profundamente enraizada en la cultura japonesa, al igual que la práctica del zazen, que tan beneficiosa resulta a gran número de neuróticos. Creo que el zazen "cura" la neurosis del mismo modo que la técnica de Morita. ¿ De qué se trata, en realidad?
Veamos la exposición que hace Taisen Deshimaru: "El zazen es el arte de sentarse para obtener la calma absoluta del espíritu. No es ni un razonamiento, ni una teoría, ni una idea. No es tampoco un juego dialéctico ni un concepto filosófico. Se trata fundamentalmente de una práctica. Su eficacia reside, sobre todo, en la corrección de la postura. Una mala postura puede ser peligrosa, tanto fisica como psíquicamente. Si el maestro la supervisa y corrige, el zazen se convierte entonces en una realización cotidiana del silencio interior, verdadera libertad del espíritu y camino de la suprema sabiduría".
"Verdadera libertad", "suprema sabiduría": ¿ no será un vertiginoso espejismo? Yo prefiero ver en ese arte mi deseo fundamental (¿ acaso el del lector ?) de unificación, felicidad, plenitud. Reconocer ese deseo no es ya un espejismo, sino libertad, sabiduría, apertura, verdad, cima... en el instante en que se vive todo esto! No puedo ser dueño de ese instante sin advertir que el humo y las cenizas se me quedan entre los dedos, mientras creía haberme apoderado de la llama...
¿ Y todo esto por el simple hecho de sentarse a la manera oriental?
Así es; todo ello por el simple hecho de detenerse, de situar el cuerpo en posición estable, sin comodidad ni esfuerzo, sin rigidez ni desidia, sin excitación ni somnolencia y sin agitación de ninguna clase, interna o externa.

H.M. Lasalle, que durante mucho tiempo ha practicado el zazen, dirigido por maestros japoneses, declara [29]

 "Facilidad para obtener un recogimiento profundo, una intensa concentración de espiritu sobre la actividad que se realiza en el instante presente, paz interior y dominio de uno mismo a pesar de toda inquietud y responsabilidad, desaparición de la ansiedad, de las modalidades depresivas del humor, del temor y de los sentimientos turbadores, incesante contento que acostumbra a gozar plenamente de lo bueno y hermoso, desaparición de los trastornos corporales menores. Tales efectos se dan siempre: al principio, de un modo intermitente y poco sólido; luego, sin ninguna alteración".
Ni el yoga ni el zazen producen solamente efectos instantáneos, como la ingestión de tranquilizantes o antidepresivos a intervalos fijos, sino que más bien realizan una evolución por « grados », los cuales no implican necesariamente un estancamiento. Es preciso respetarlos para evitar las "mutaciones" repentinas y las modificaciones aparentemente brutales e inesperadas como, por ejemplo, las experiencias denominadas satori, iluminación, samadhi, etc. El descubrimiento de la unidad, de la conciencia como uno mismo y demás revelaciones no es inmediato.
¿ Qué otras consecuencias tienen los ejercicios de yoga realizados por personas `enfermas' ? Más en concreto: ¿ puede comprobarse una evolución de la personalidad hacia un mejor `equilibrio', bien experimentado por el individuo, bien observado por los allegados?
Ya he proporcionado algunos datos muy amplios al respecto; conviene ver si los resultados son más o menos interesantes en función de las 'enfermedades' diagnosticadas por el psiquiatra
[30] ".

He mostrado en mi tesis (1970) que, a juzgar por las observaciones del personal sanitario, con frecuencia el yoga parece mucho más útil a los 'no psicóticos' que a los 'psicóticos' (el 41 % contra el 25 % ).

Si damos crédito a la opinión de los pacientes mismos, se observa que quienes lo estiman más beneficioso son, por este orden, los 'neuróticos', los 'epilépticos' y los, 'desequilibrados caracterológicos'; luego, los 'prepsicóticos', y, por ultimo, los 'psicóticos' y los 'desequilibrados psicópatas'. Los 'psicóticos' liberados por el yoga deben contar necesariamente con un "medio" psicoterapéutico donde sea posible escucharlos, comprenderlos y acompañarlos.
Puesto que la familia está, por lo general, menos dispuesta a comprender lo que ocurre que las personas sin parentesco directo, hay que proponer que se celebren "reuniones de familia" simultáneas a la cura. Las reuniones tendrán fines terapéuticos (tratamiento de los conflictos familiares inconscientes, de las leyes contradictorias a las que el paciente se halla sometido, etc.), que darán continuidad o acompañarán la función informativa.

1 - Los síntomas clave

Desde que se descubrieron los medicamentos psicótropos los psiquiatras se han visto inducidos a hablar menos de enfermedad y más, en cambio, de "síntomas". Efectivamente, existen medicamentos "antidepresivos" eficaces contra todo tipo de depresión, sea cual sea la "dolencia " que sufre el individuo: depresión reactiva o neurótica, en un esquizofrénico o en la melancolía, etc.; en consecuencia, tal vez sea útil estudiar si el yoga no posee también "síntomas clave" a los que aplicarse.
Cuando padezco una frustración determinada, mis reacciones no tienen por qué ser de la misma naturaleza ni de la misma intensidad que las de mi vecino. Se habla de una "tolerancia a la frustración" más o menos intensa. Parece que el yoga es un medio eficaz de acrecentar esta posibilidad de "aguantar". Por mi parte, he podido comprobar que, si una frustración cualquiera me ha puesto de mal humor o me impide dormir, unos minutos de yoga (en ocasiones unas cuantas respiraciones controladas) serán suficientes para darme una serenidad renovada y otra visión de las cosas, volviendo a ponerlas en su sitio y permitiéndome recobrar la perspectiva; la misma, en definitiva, que podría tener si fuera un observador neutral y benévolo de la misma situación en otra persona.
Estas líneas, escritas hace ocho años, siguen siendo ciertas, pero es menester reflexionar sobre los elementos resultantes: al adquirir una actitud más "fría", más "objetiva" respecto de lo que ocurre, sin duda podré actuar más eficazmente sobre mi medio de vida, las personas que encuentro, etc.; y si esta acción menos emotiva me presta más eficiencia en mi trato con las cosas y la gente, viviré mejor.
Si la realidad no corresponde a mis deseos, quiero decir, si soy de temperamento emotivo y, una vez transfor­mado en "tranquilo", mis relaciones me olvidan y me igno­ran, entonces me sentiré frustrado de tal modo, tan entera­mente, que dejaré de hacer yoga, cayendo así, en definitiva, en un mal peor que el que quería curar.
Del mismo modo, si juego con mi serenidad, si sólo utilizo el yoga para controlar la expresión de mis sentimientos, ¡qué explosión el día en que finalmente los exprese!
Insisto una vez más en la imperiosa necesidad de que esta práctica no constituya una terapéutica aislada; es absolutamente necesario ayudar al paciente a callarse para luego hablar, a inmovilizar su cuerpo y después ponerlo en movimiento, etc. La facultad de dominarse no debe convertirse en una obligación de hacerlo; la posibilidad de callarse no tiene que llegar a ser una prohibición de hablar, etc.
Con esta idea propongo asociar sistemáticamente a la cura yóguica algunos ejercicios muy libres de expresión corporal, a los que, de vez en cuando, sustituyan los intercambios verbales en el seno del grupo; aparte, claro está, del imprescindible diálogo con los 'enfermos' fuera de las sesiones.
Se ha observado que los individuos que practican el yoga desde hace más de dos meses manifiestan menos las tendencias agresivas: no es frecuente que las lleven a la acción (insultos, golpes, destrucción de objetos). La energía de que consta esa agresividad no se pierde, sino que se recobra en forma de un aumento de la actividad "útil" personal y social.
La depresión, asimismo, que es, por así decirlo, una "auto­agresividad", a menudo disminuye y siempre se transforma en una actividad encaminada a cambiar la situación, crear nuevos lazos afectivos y a tener más en cuenta lo que se puede "ganar", en vez de deplorar frecuentemente lo "perdido". Se ha advertido que los individuos se muestran con mayor frecuencia capaces de independencia, de iniciativa, de respon­sabilidades, etc.
En una tercera parte de los casos, la ansiedad manifiesta disminuye en gran medida, los acontecimientos pasados o presentes se consideran con serenidad, el miedo irrealista deja paso a un comportamiento menos timorato y egocéntrico, etc. Algunas personas que parecían haber perdido todo vigor vital dan la impresión de renacer.
Se comprueba igualmente una disminución de la introversión patológica y del autismo.
La acción sobre el conocimiento y utilización del cuerpo es espectacular en el 14 % de los casos que tratamos; y notable en el 22 % ; en menor grado, se advierte también en el resto de nuestros pacientes: los gestos se vuelven más armoniosos, los sentimientos de despersonalización desaparecen, los trastornos funcionales del tubo digestivo se corrigen.
Desde un punto de vista caracterológico, parece que las personas consideradas no activas tienden a convertirse en activas; las que son primarias, en secundarias; las emotivas, en no emotivas. Puede, por tanto, afirmarse que, en un primer estadio, el yoga favorece la transformación del carácter nervioso en flemático. Indudablemente, esto no es tan significativo como estamos tentados en creer, pues las instituciones que han auspiciado el uso terapéutico del yoga se esfuerzan efectivamente por fabricar en serie (como todas las instituciones psiquiátricas hasta una época relativamente reciente) indi­viduos `perfectamente adaptados' a la sociedad: se sabe que tal es el caso de los flemáticos... Creo que el yoga permite a quienes lo practican comportarse con mayor dominio de si mismos; la mayoría de las personas entra en el ideal institucional, ya por razones "diplomáticas", con el fin de conseguir el alta o ventajas concretas, ya por motivos de ideal personal, para satisfacer los deseos del personal sanitario. Cuando la actitud nueva exigida no seguía en absoluto ese curso "obligatorio", la institución rogaba al paciente que no acudiese más al yoga ("la cura le perjudica"), o bien el paciente se encontraba en las estadísticas con la nota: resultado mediocre, malo o nulo.
La meditación trascendental produce efectos bastante claros en la toxicomanía, y tanto más si se trata de una droga dura. Sucede que el que la practica siga fumando cigarrillos o incluso hachís tras dos años de práctica, pero si consumía opiáceos o anfetaminas es excepcional que lo siga haciendo [31] .

Se ha estudiado poco la acción del yoga sobre el sueño. Se están realizando varios estudios controlados (Banquet). A la espera de los resultados, la observación clínica permite formular algunas comprobaciones preliminares, bien resumidas por Chabaud: "En la gran mayoría de los casos, mejoría de la calidad del sueño y aumento de su cantidad en los que padecen de insomnio. En cambio, disminución de las horas de sueño necesario en las personas que duermen mucho. Facilidad para conciliarlo y para despertar. Para algunos individuos insomnes, "la noche que sigue a una sesión viene señalada por una mayor agitación. Al cabo de varias semanas de práctica regular, el insomnio cederá de manera estable".
"Sin embargo, en ciertos casos en que la calidad del sueño era aceptable, en la noche misma de las sesiones han surgido trastornos bastante importantes, acompañados de una sensación de excitación".
Si ocurre esto, es preciso insistir en las posturas de relajación, como la erección total sobre la cabeza o el arado.
Al igual que si se trata de trastornos neuróticos transitoriamente agravados, ello supone una fuerte motivación previa del paciente para que no abandone la experiencia en esas faces de "vacío".
2. Las contraindicaciones del yoga
Son, sobre todo, las vinculadas con una motivación insuficiente (débil deseo de "salir adelante"), fragilidades óseas graves (osteoporosis muy pronunciada, cifosis o escoliosis del ángulo excesivamente agudo que requieren una intervención quirúrgica o cinesiterapias previas), la insuficiencia cardíaca notable, las hernias no operadas o no operables, el catarro nasal (coriza).
De hecho, las contraindicaciones mencionadas y las que podrían añadirse no lo son del yoga en conjunto, sino de ciertas prácticas determinadas del mismo.
Por lo que se refiere a los individuos `psicoticos' o `fronterizos', a menudo descartados del yoga, los consideramos completamente aptos, y en mayor medida que otros, para beneficiarse de él si las condiciones del "medio" en que se desenvuelven se aproximan todo lo posible a la aceptación.

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Psychosonique Yogathérapie Psychanalyse & Psychothérapie Dynamique des groupes Eléments Personnels

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19 Septembre 2007


[1] M. Lacheny, Le yoga en France, quête et enquête, tesis de psicologia social, Sorbona, 1970. M.A. Descamps prepara igualmente la ediciôn de un estudio sociológico sobre el yoga, 1976..

[2] Este resultado es notable, pero no debemos fiarnos sistemáticamente de él: me parece que la práctica cotidiana es une necesidad imperiosa. Una sole clase a la semana puede ser suficiente si el individuo está bastante motivado y organizado para realizar sus sesiones solitarias todos los dies. En caso contrario, conviene que asista diariamente a un curso colectivo.

[3] Como la desmineralizaciôn ósea difusa es casi constante en la tercera edad (véase "Médicorama" 16 (1974) 23-27), une extrema prudencia deberá presidir los ejercicios de yoga, por otra parte siempre moderados y adaptados a la capacidad de cade uno (véase Arnal, Tercera edad, editado por Sandoz, 1975, pâg. 31; cf asimismo algunos aspectos en U. Lehr, Psicología de la Senectud, Herder, Barcelone 1980)..

[4] Pretende también poder inspirer y espirar utilizando únicamente los canales lacrimales: si se comprobase este hecho, podría decirse que "respira por los ojos'"!

[5] Como han señalado varios autores, la vejez debería ser la edad de una labor interior de enfrentamiento sereno con la muerte y la renunciación; el yoga precisamente se ha elaborado para responder a la impermanencia, la relatividad, la alienación y la muerte (cf. "Actua", vol. II, 26, 6, 70, pâg. 42; texto de L. Ciompi).

[6] El término "rentabilidad" sorprenderá sin duda a algunos lectores, pero resulta evidente que "curación" es un vocablo completamente relativo y variable según la idea que se tenga acerca de la "salud mental". Lo empleo aquí en el sentido de "adaptación reconocida por la sociedad": no digo que no pueda tratarse de otra forma de alienación. Únicamente pienso que, si las modificaciones comprobadas se deben realmente a la prâctica del yoga, la elección de adaptarse a la sociedad corresponde al paciente y no al monitor.

[7] Cureton y otros autores, Ponencia en el Forum internacional de Zurich; informe en M.P. 462 (2), marzo 1972, pág. 141ss. Véase también Plas, Peut-on faire du sport à 50 ans, "Journal de Médicine" CXLVII, art. 40721. Véase igualmente Korobkov y otros autores, La culture physique des gens âgés, Ed. Cultura fisica y Deporte, Moscú 1962, pâgs. 258ss; informe en C.M. 89 (5), 2, 1967, pág. 885ss..

[8] F. Bourlière, en Symposium de gériatrie, Paris 1968. Berthaux, ibidem Baumgartner, Maintien fonctionnel et entrainement du système locomoteur, en G.M.F. 71 (1763-1776), 1964. Hanus, Anxieté chez les gens âgés, "Médicorama" 4 (1973).

[9] Mme. Reuillard, reeducadora de la psicomotricidad, 135 rue de France, 06 Niza. He sacado lo expuesto de las observaciones que ha tenido a bien hacerme. Véase también: F. Reuillard y Dr. I. Guillemant, Maîtrise de soi et rééducation psycho-motrice, ponencia en la Jornada anual de la psicomotricidad (30-11-1970), París; informe compendiado en "Information Psychiatrique" 1971, vol. 47, n° 3, pâg. 282.

[10] Véase L.L. Heller, Les âges de l'homme, Alsatia, París 1949, pâgs. 47-80 y 257-259. Esta obra es imprescindible para quien desee profundizar la investigación en el sentido de una adaptación matizada de la técnica conforme a la edad.

[11] En nuestra tesis no hemos indagado el nivel de instrucción de nuestros clientes. M. Lacheny ha conseguido reunir los siguientes porcentajes:

%
Profesores de yoga
Alumnos
Primaria
16
20
Secundaria
37
41
Superior
31
30
Técnica
16
7
Sin respuesta
0
3

[12] M. Forget, Yoga, route de la joie, Épi, C. Watelle, Yoga et handicapés mentaux, Épi.

[13] En su encuesta, Lacheny (op. cit.) encuentra equilibrado el número de profesores de yoga de ambos sexos (50%­50 %), pero no así la proporción de alumnas (72 %) y alumnos (28 %).

[14] "Llamar a las mujeres 'el sexo, débil' es una difamaciôn", decía Gandhi; "es la injusticia del hombre para con la mujer. Si la no-violencia es la ley de la humanidad, el porvenir pertenece a las mujeres" (citado según "Tonus", n. 449, 11-1-1971).

[15] En El mono desnudo, Plaza y Janés, Barcelona, 1977, de Desmond Morris, se hallarán interesantes digresiones sobre el tema.

[16] El pesimismo de este punto de vista es deliberado, a la espera de que la acción terapéutica de las curas suficientemente prolongadas se demuestre en un número significativo de individuos (observación del doctor J.P. Banquet).

[17] B.K.S. Iyengar, Light on Yoga, George Allen & Unwin Ltd., Londres 1966-1968. La misma observación vale, en menor grado, con respecto a otras obras, igualmente serias desde el punto de vista "técnica de yoga", como las de Van Lysebeth, Yesudian, Drenikoff-Andhi, etc.

[18] Deshmukh citado por R. Veylon, en Le yoga, mystique, mystification ou technique médicale, "Press. Méd." 77,50,1969.

[19] H. Benson Relajación, Pomaire, Barcelona 1977.

[20] B. Auriol, Prolégomènes à une yogathérapie de groupe, Sitec, 1970..

[21] Weldon y otros autores TM. and Normalization of Weight, en Scientific Research on TM., vol. 1, ed. Orme-Johnson, USA, 1975.

[22] Véase Mertz y Stelzer, "Klin. Wschr.", nov. 1969, t. 47, n° 22, 1185-1200; informe en C.M., V, 1970, 92, 21, pág. 4819..

[23] J. Thielen, Utilisation des techniques yogiques dans le traitement de l'asthme, Memoria de cinesiterapia, Lieja 1972.

[24] B. Prerez, Yoga and physiotherapy, "Méd. Tropic." Madrid 38 (1962) 272-282. S. Vinekar, Yoga and the réhabilitation of the physically disabled, "Yoga Mimamsâ" 7, (1957) 3, p. 171-192. P. Baumgartner, Maintien fonctionnel et entraînement du système locomoteur, G.M.F., 71 (1964) (1763-1776).

[25] J. Sargent, según J.G. Henrotte y Etevenon, Documentation préliminaire para el Grupo de estudio del Ministerio de la juventud y de los deportes, 1972, texto policopiado.

[26] En el sentido de Pascal y Kierkegaard.

[27] G. Bataille, Le coupable, N.R.F., pâg. 127; trad. cast., El culpable, "Todos esos días cambiaba mi angustia... una sucedía a la otra.-Entiendo por angustia la aprensión de la desgracia; la angustia desnuda carece, evidentemente, de objeto; el ser está en el tiempo, que le destruye. La confusiôn es necesaria. Introduzco una distinción: la angustia es el efecto de un deseo que engendra desde dentro la pérdida del ser; el temor, la aprensión, la inquietud, tantos otros efectos burdos motivados desde fuera y que afectan a las necesidades (conversación, nutrición, etc.); pero, sin duda, a cada nueva aprensión, la angustia abisal (de deseo) que un ser esconde puede despertar." Paris 1975. Véase también Paris 1976.

[28] Taiei Miura y Keigo Okonoghi, Les psychothérapies en Extréme­Orient, E.M.C. Psy., 6, 37820, B. 80 (2-4), 1970.

[29] H.M. Enomiya-Lasalle, Zen, un camino hacia la propia identidad, Mensajero, Bilbao 1975; y, del mismo autor, El Zen entre cristianos, Herder, Barcelona 1975.

[30] En el estado actual de la psiquiatria, la posibilidad de que estas "enfermedades" correspondan realmente a afecciones, en el sentido más pleno del término, parece excluida. Es decir, que el 'desorden' reconocido sobrepase al individuo en que el mismo se observa hace evidente el trastorno de su medio ambiente anterior y actual. No solamente su familia, el inmueble en que reside, la empresa en que trabaja constituyen ese medio: es también el conjunto de tensiones, de poder o de dinero, inherentes a la sociedad global que lo rechaza (psicosis) y que el paciente simboliza o trata de resolver en sí mismo mediante sus síntomas: (neurosis), reivindicaciôn no explicita, ineficaz e indispensable para la permanencia de aquello contra lo que se protesta por ese sistema mórbido.

[31] Benson y Wallace, Descreased Drug Abuse with TM., en Drug Abuse Proceedings of thé International Conférence, Filadelfia. Asimismo Benson, Yoga for Drug Abuse, en The New England Journal of Medicine, 2 vol., 1133, 1969. En la Boëre, Engelmeyer recomienda, entre otras cosas, la práctica del yoga a los toxicómanos que trata. Igualmente, en el curso de un viaje de estudio a los Estados Unidos, en 1976, he podido comprobar que los centros que admiten a toxicómanos o alcohólicos empleaban ampliamente las técnicas emanadas del yoga o del hatha-yoga (así, el doctor Patrick en el Washington Medical Center, y el doctor Kolodner en su clínica privada, etc). Cf. también M. Shaffi y otras autoras, Meditation and Marijuana, "American Journal of Psychiatry" 131 (1974), n° 1.