LAS DISCIPLINAS (O "NIYAMAS")

CAPITULO TERCERO

I. Las limpiezas

Son diversas técnicas destinadas a la purificación de la piel (abluciones) y de las mucosas (purgas, lavados de estómago, lavado de vejiga, etc.).

La limpieza de la nariz es la que más se practica en occidente [1] . Consiste en hacer circular agua salada isotónica por un orificio nasal de suerte que sea expulsada por el otro. Es una práctica fácil y agradable cuando se hace bien. Es necesario hacerlo bien, pues si se realiza con angustia (sobre todo cuando después de un lavado se seca la nariz mediante pequeñas espiraciones "a golpes"), existe el peligro de enviar agua y mucosidades al oído medio a través de la trompa de Eustaquio, con el riesgo consiguiente de otitis.

El lavado una o dos veces por día parece indicado para curar diversas infecciones o inflamaciones de las vías y senos nasales; del mismo modo, pueden administrarse antisépticos o antibióticos, corticoides, etc.

II. El régimen alimenticio

El yogui es vegetariano en el contexto de las diferentes religiones hindúes. El yoga terapéutico permite un margen más amplio de libertad. Para quien lo ha probado, el vegetarianismo, sin embargo, ofrece ventajas ecológicas y fisiológicas muy evidentes. Un régimen crudívoro predominantemente lácteo parece el más cercano a una buena armonía psicosomática. Aplicado con discernimiento y por médicos prudentes, el régimen macrobiótico ha revelado ser útil y eficaz para restablecer la salud y mejorar el equilibrio; hemos apreciado resultados alentadores en un ciclotimico. Conviene desconfiar de una práctica irreflexiva de la técnica de Oshawa, ya que puede provocar desórdenes: raquitismo, anemia, hipoproteinemia, hipocalcemia y trastornos renales (régimen n° 7 prescrito durante demasiado tiempo) [2] .


III. Principio de no competición

Ya desde el mero punto de vista de la salud "física", el hecho de guiarse por el principio de la competición acarrea fastidiosas consecuencias. Las personas de tipo "competitivo" (tipo A de Friedman) están mucho más expuestas de lo normal a las afecciones cardiacas. En cambio, las personas que toleran los acontecimientos y los individuos (tipo B) corren menos riesgo de contraer angina de pecho o infarto.

En el campo de la química de sangre, Quinlan ha descubierto que los triglicéridos, el colesterol y la respuesta insulinémica a la glucosa eran significativamente más elevados en el tipo competitivo.

Pero ¿qué es no competir? ¿Es posible? ¿Es recomendable?

Consiste en la verdad respecto de sí mismo y de sus posibilidades o necesidades actuales, verdad que se acepta igualmente en las relaciones con otro. Consiste en no forzar las posibilidades con el fin de aventajarle si uno se compara con él, lo que no quiere decir que se renuncia a ellas por miedo a ser "competitivo": subraya Gandhi, que cultivar la humildad viene a ser cultivar la hipocresía... Con todo, insiste en el hecho de que no puede existir noviolencia cuando queremos ponernos por encima de los demás.

Ahora bien, vivimos en un mundo "científico". Toda su trayectoria se basa en la voluntad de poder, pues la ciencia moderna sirve para explotar la naturaleza y, por tanto, al hombre (en cuanto que forma parte de ella). El yoga, por el contrario, se fundamenta en la voluntad de presencia.

Ese ideal de armonía con la naturaleza, de integración en el orden universal, se opone de manera significativa a las orientaciones prácticas de los núcleos tecnoindustriales. Aunque el yoga (lo mismo que la alquimia) ostenta a menudo un aire reaccionario, podría ser sedicioso [3] .

Practicar el principio de no competir sería un ideal bastante inasequible, pero no lo proponemos más que para el tiempo que duran las sesiones, de la misma forma que se propone el principio de competición en la casi totalidad de los deportes. Veremos que los ejercicios de yoga favorecen la aparición de esta actitud, surgida al margen de toda consigna explícita, con tal de que la duración de la cura sea suficiente.

Martin [4] resume el conjunto de la literatura medico psicológica y criminológica relativa a las causas de los comportamientos "anormales" o "antisociales" diciendo: "Esta literatura hace hincapié entre otros factores importantes en las presiones sociales derivadas de una sociedad competitiva y regida por el poder, en las relaciones familiares insatisfactorias, en el conflicto emocional y en la motivación inconsciente. Todo esto ya ha demostrado ser el origen de la mayoría de las enfermedades mentales". Más adelante, afirma que "la estructura de la sociedad, el tipo de vida colectiva y familiar que genera y la calidad de sus relaciones personales son, en último análisis, una cuestión de actitudes mentales basadas en un sentido de valores, ya sean buenos o malos. En nuestra sociedad, un modo de vida competitiva y centrada en el sí mismo está en constante conflicto con los principios de la cooperación; y el deseo de poder y dominación niega permanentemente el hecho de que formamos una familia humana y de que debemos aprender a amarnos los unos a los otros" [5] .

En nuestra cultura, el grado de existencia de cada individuo se mide por el rango jerárquico que ocupa en una multitud de sistemas de grupo que se entremezclan, se amalgaman o se combaten. Es un sistema de valores alienante, en el que las personas no existen más que en términos de poder o de tener, de apariencia y de saber, etc. ¡Un sistema de valores pregenital! (E. Fromm).

No se trata, por supuesto, de ensalzar lo contrario: la miseria, la ignorancia y la ignominia. Sin advertirlo, caeríamos en el mismo sistema (aunque esta vez sería « perder para ganar"...). Sólo el hombre que no se erige en posesor de su propia naturaleza, de su propio yo, y que, por tanto, no lo exalta ni lo aliena, sólo este ser humilde recorre el "camino de la paz" y accede a una realización verdaderamente humana [6] .

La competición puede convertirse en alienación cuando, por su intermedio, no busco expansionarme [7] , sino probar que soy el más fuerte, el más digno de amor, el más competente, etc.

El otro llega a ser el patrón de medida con el que me comparo; desde entonces, dependo de él y me hago la ilusión de que me rijo por el mío propio.

Al definir la actitud "productiva", Eric Fromm indica que consiste en darse nacimiento a uno mismo. Esa labor no se termina nunca, pues "incluso en las mejores condiciones, el hombre muere siempre antes de haber nacido totalmente". Para él, la actitud "productiva" no se puede medir por sus resultados tangibles aunque, bien mirado, sus frutos sobrepasan a los que podría haber engendrado una actitud diferente (receptiva, explotadora, mercantil o tesáurica). Vista de este modo, la actitud "productiva" concierne al "carácter del hombre, no a su éxito" [8] .

Fromm señala también que esta aptitud para realizar las potencialidades humanas y utilizar armoniosamente sus poderes puede desarrollarse más cuando se atenúa la actitud "autoritaria dependiente", puesto que la autoridad y la dependencia tienen entre sí la misma relación que el sadismo y el masoquismo.

Adler ha sabido mostrar en toda su obra la importancia del fin que implícitamente se persigue en cuanto a la patología o a la realización humana. La voluntad de parecer superior a los demás esta ciertamente muy difundida. Más que de voluntad, muy a menudo, se trata de un reflejo, de una actitud fundamental a veces desconocida incluso para el mismo sujeto. Ejercitarse en practicar una actitud diferente tiene incontestables efectos (¡y más dichosos!) sobre el comportamiento y la vida interior de quienes lo intentan.

La sesión de yoga busca explícitamente la adquisición de una actitud no competitiva. Esta explicación puede ser verbal: si lo es, exclusiva o primordialmente, surtirá el mismo efecto que todos los consejos que un asesor no aplica con respecto a sí mismo. Por lo mismo, debe ser igualmente no verbal, es decir, que el monitor o la monitora tienen que intentar comportarse de una forma no competitiva. En otras palabras, deben aceptarse a sí mismos, en cuanto objetos de su propia acción ceñida a sus verdaderos limites.

Los pacientes son con frecuencia muy sensibles a la dificultad de los ejercicios. A menudo lo expresan en las primeras sesiones o incluso antes de comenzarlas. El señor M. declara, por ejemplo, que "es difícil, no se pueden hacer completamente todos los movimientos". Con el pretexto de no competir, no debe abolirse o embotar la tendencia a hacer mejor los ejercicios para sacar más partido de ellos. Así pues, indicamos que la ejecución perfecta de una postura consiste en aproximarse, no en alcanzar necesariamente, a la que representan los esquemas, las fotos o la demostración del monitor, y que el esfuerzo por lograrlo no tiene que ser exagerado ni realizarse con nerviosismo o tensión, sino en la medida de las posibilidades de hoy o, mejor, de ahora mismo (que no siempre son mayores que las de la víspera o de las de hace un momento).

La postura del loto, por ejemplo, puede prepararse por medio de toda una serie de asanas útiles por sí mismas y encaminadas a la obtención ulterior del loto perfecto.

Si una sesión deja al paciente tenso y fatigado, le explicamos que probablemente ha querido forzar demasiado las cosas y que hubiese sido preferible que luchase menos contra sí mismo. El grado de perfección yóguica no puede medirse por el grado de perfección observable. De acuerdo con Krishnamurti [9] , incluso me parece útil precisar a los "adeptos" del yoga que "la liberación puede alcanzarse, en cualquier grado de evolución, por un hombre que comprende, y que no es esencial adorar los grados como vosotros hacéis. Del mismo modo que existe un esnobismo mundano que respeta los títulos de la aristocracia, vosotros practicáis un esnobismo espiritual: no hay gran diferencia entre ambos. Es preciso que desarrolléis vuestra comprensión y vuestro deseo de liberaros y que olvidéis todos los estudios y personas que atraviesan por ellos. ¿De qué os sirven a vosotros?

No se trata de ir subiendo los peldaños de una escala, sea cual sea la naturaleza de sus barras; una diferencia radical separa, pues, los deportes en su concepción occidental y en el yoga.

La adquisición de un espíritu no competitivo a través de la práctica del yoga requiere siempre mucho tiempo, incluso en el caso de la simple observación.

El señor R. quiere hacerse valer en la institución mediante hazañas deportivas y proezas espectaculares. Al mismo tiempo, padece ciertas deformaciones congénitas menores y trata de ocultar una malformación genital (criptorquidia) que probablemente es más cruel para él.

Tras una única sesión , renuncia: el monitor había insistido en que no sobrepasase sus posibilidades [10] . Al año siguiente, al llegar una monitora, catalogada como "no psiquiátrica" y profesora de yoga, a la ciudad, el hombre aceptó apresuradamente intentarlo de nuevo. Trata, visiblemente, de satisfacerla adoptando una actitud de reserva y mostrándose incluso por debajo de sus posibilidades en la ejecución de las posturas.

De hecho, un episodio singular revela, a primera vista, que su actitud de sobrecompensación neurótica se perpetúa de otra manera: al realizar la « hoja plegada » permanece tanto tiempo en esa posición que el grupo, discretamente, manifiesta su impaciencia. El hombre se levanta por fin y declara a la profesora que se había quedado tanto tiempo así porque, "completamente absorto", se había "olvidado del mundo circundante". No podía ser así del todo porque había captado la impaciencia colectiva y se disculpaba del hecho. Presumía así ante la monitora de haber logrado un eminente logro de "concentración" al superar lo que el grupo podía soportar.

En un caso de este tipo, no analizamos oralmente lo que ha ocurrido; nos parece más oportuno aceptar el hecho tal como el grupo lo ha experimentado, y no hacer ningún comentario explicativo, tranquilizador o de otro tipo. Es importante, en cambio, que los monitores no manifiesten preferencias por ningún miembro del grupo a causa de que, aparentemente, domina mejor la técnica. Preferir a alguien es inevitable; desechar toda preferencia es perfectamente utópico. Caeríamos en la trampa de una supuesta "neutralidad", condescendiente y universal, a la que se puede aspirar, pero que no es totalmente factible. No hay que permitir, no obstante, que el espectro de las preferencias y el logro gimnástico formal coincidan sistemáticamente, pues, de lo contrario, se reforzaría la actitud "competitiva" de los miembros del grupo (cf. tabla 4).

Jerarquía de logro de las posturas

Jerarquía de preferencias de los monitores

Erecto sobre la cura

1° J.R.

2° B.S.

3° N.C.

4° A.L.

etc.

1° J. R.

2° B.S.

3° N.C.

4° A. L.

etc.

Una estructura de las preferencias calcada de la jerarquía de los logros tiende a favorecer la competición.

1° J.R.

2° B.S.

3° N.C.

4° A.L.

etc.

1° T. Z.

2° N.C.

3° P.C.

4° J.R.

etc.

Aquí, el logro formal visible no per­mite en absoluto conocer con cer­teza la preferencia. Por eso, la consecución no se va­lora ya conforme a la observación del o de los monitores.

Tabla 4

Jerarquía de las preferencias

IV. No competir con respecto a uno mismo

Hablaremos ahora de ciertas comprobaciones realizadas por la experiencia de cada uno, pues todos los individuos prestan atención a su propia experiencia.

En primer lugar, existe el fenómeno de los dos gatillos [11] .

Si extiendo una de mis articulaciones y el esfuerzo lleva esta extensión al máximo posible, me percato de que, en cierto modo, es una acción dolorosa. Si, una vez aceptado el "dolor", persevero, el mismo desaparecerá, y no advertiré ningún trastorno consecutivo al ejercicio. Supongamos que he decidido ir todavía más lejos. El empeño me costara un nuevo "dolor", que se percibe de una maniera cualitativamente diferente que la primera vez, es distinto de ella y le sucede. Puede ocurrir entonces que, como en el caso de "la extensión completa de piernas y espalda" (lám. 4), experimente un vivo dolor conforme se desplaza mi nervio ciático; es posible que al día siguiente esté derrengado y que el esfuerzo me haya deparado más inconvenientes que ventajas: "lumbago" o incluso "ciática". Los inconvenientes subsiguientes me enseñarán el fenómeno de los dos gatillos mejor que varios tomos de neurofisiología. El segundo gatillo y sus consecuencias actúan como excitación descondicionante en relación con la competitividad en cuanto a uno mismo. Para evitar que se repita varias veces la experiencia [12] , conviene recordar a los alumnos que deben hacer esfuerzo, pero no intentar "superarse" o "forzar".

Lo dicho es igualmente válido para los ejercicios respiratorios, que nunca deben causar sofocos; asimismo en el caso de la concentración, que no tiene que ser una tensión. Se trata de estar atento, pero no de "fruncir el ceño"...

Esto quiere decir también que no se debe intentar "conseguir" un ejercicio repitiendo los intentos en el curso de una sesión. Cada uno intenta realizar un ejercicio una vez. El fracasado renuncia provisionalmente; no tiene que hacerse una nueva tentativa el mismo día.

Con el tiempo, se cobrará conciencia de las enormes variaciones personales respecto del logro formal de cada ejercicio: Durante varios años, yo me esforcé, sin mucho éxito, en ejecutar el shirshasana. Varios meses después de haber abandonado las asanas, lo pude llevar a cabo de pronto y sin la menor dificultad... Sucede, en cambio, que ciertos días hay posturas que la víspera eran fáciles y que ahora se han convertido en difíciles o incluso inaccesibles: ¡no importa qué postura ni qué día! Lo mismo es igualmente válido para la respiración y la concentración. La hora también es importante: la sesión de la mañana es, por lo general, menos "espectacular que la de la noche".

Así interviene el tiempo en el espacio corporal y en sus deformaciones buscadas o padecidas.

V. El instante presente

En sus estudios, Korzybski insiste en la "desorientación espacio temporal" que nos hace reaccionar ante los datos del ahora en función del pasado y del porvenir que se espera. Los ejercicios que propone para conseguir una mejor "orientación", una actitud menos "expectante", guardan algunas analogías con ciertos ejercicios del yoga hindú o tibetano. Varios son originales y realmente nuevos, sobre todo los colectivos; los utilizamos con gusto después de la sesión de yoga.

En el curso de la misma, nos vemos inducidos a abandonar la ley implícita de la repetición, en el presente, de los fenómenos pasados (de maniera idéntica, en relación con un yo idéntico): no soy el mismo; la situación, a pesar de las analogías aparentes, también es distinta; no hay ninguna razón para que mi reacción sea la misma. Este nuevo principio de lo siempre nuevo primero se experimenta: está implicado de manera creciente en la medida en que progresa el entrenamiento, en que la actitud de atención a las posturas, a los puntos del cuerpo, a sus tensiones, al aire respirado y a los sonidos oídos, me desconecta del valor puramente anecdótico de los estímulos; acepto simplemente coincidir con ellos en cuanto que son mi realidad del momento. Pierden su valor de mensaje indicativo de que se ha producido una modificación en el ambiente ante la que debo reaccionar; se convierten en algo que también son: mi propia realidad, mi propia movilidad, mi propia permanencia. Si sólo "teóricamente" [13] se está de acuerdo con esas palabras, entonces no sirve de nada. El camino del yoga es el inverso. Lo siempre nuevo no se vuelve operante, descondicionador y anti repetitivo más que en la medida en que una situación experimental me permita descubrirlo in vivo. La experiencia siempre renovada erosiona todas las nostalgias, todas las actitudes de huída "hacia adelante", hacia un futuro imaginado imaginario, todos los "si", los "pero", los "si yo estuviese en su lugar", los "no hay más que hacer...", etc.

Después de Horacio [14] , que lo postulaba en el mundo latino en nombre del sentido común, Jesucristo, en nombre de la confianza en el Padre celestial, nos invita a abandonar las inquietudes del mañana "como los pájaros del cielo o los lirios del campo".

Omar Khayyam preconiza lo mismo [15] : "Sabes que no tienes ningún poder sobre tu destino. ¿Por qué la incertidumbre del mañana causa tanta ansiedad? Si eres sabio, aprovecha el momento presente. ¿Qué ha de depararte el porvenir?"

En occidente, "vivir el instante presente" ha constituido el elemento determinante del "realismo espiritual" de santa Teresa del Niño Jesús, y es lo que confiere la más eminente eficacia a esta "pequeña vía". Ignacio de Loyola y Charles de Foucauld hablan en el mismo sentido. Pero, sobre todo, se hallarán notables digresiones sobre el tema en los dichos y escritos de Krishnamurti. En el aquí y el ahora, se experimenta ese ejercicio yóguico: no está más parcialmente determinado por mi pasado y mi proyecto, y es tanto más fácil cuanto más haya muerto yo a mi pasado y apenas haya nacido a mi futuro (o sea, que yo esté sin "mí mismo": Krishnamurti).

Por su parte, M. Foucault asegura [16] : "El retorno a lo inmediato es la terapéutica por excelencia, porque constituye el rechazo más riguroso de la misma: cura en la medida en que representa el olvido de toda curación. En la pasividad del hombre con respecto a sí mismo, en el silencio que él impone a su arte y artificios, la naturaleza despliega una actividad que corresponde exactamente a la renuncia. Ahora bien, si la miramos de cerca, esta pasividad del hombre es actividad real". El "vivir aquí y ahora" de la sesión de yoga consiste en una apertura a ese algo tan vago, grandioso, miserable y real que llamamos ‘libertad'.

M.C. trata de vivir "con el cuerpo y el alma en el minuto que pasa..." El resultado supera mis mejores esperanzas, asegura esta paciente. "He llegado a dominar mi vagabundeo cerebral y mis ideas absurdas gracias a la concentración en todos los actos de mi jornada. ¡Me siento re creada! ",

VI. El proyecto y el éxito

Paradójicamente, la renuncia al éxito formal constituye a veces un modo de conseguirlo con mayor seguridad que por medio de toda suerte de impaciencias, y la actitud, a priori poco realista, de no competir da lugar con frecuencia a un triunfo inesperado.

El proyecto del yoga consiste en abandonar todo proyecto aparte de ser. El movimiento hacia el ser que tal vez quiero emprender sólo tiene éxito y llega a buen puerto cuando desaparece lo que yo pensaba que era mi "yo", y la noción de "logro" carece ya de sentido. Hemos hablado con gran imprecisión (¿cómo evitarlo?) de un movimiento hacia el no – ser : búsqueda de una vacuidad, de una plenitud: una u otra, ni la una ni la otra.

Las paradojas del yoga no pueden descartarse ni siquiera en un estudio destinado a analizar su valor terapéutico; pero esto tal vez sea más cientifico y constituya una prueba de mayor seriedad que el hecho de alejar todas las paradojas como pretendería hacer una ciencia del hombre de apariencia "matemática".

Llevada a cabo fielmente, la práctica yóguica desaconseja la competición a sus adeptos, reduce sus ansiedades y les pone delante de un vacío que es el del tiempo que pasa, el de la muerte que llega y el de las falsas apariencias desvanecidas; a partir de entonces, la angustia de vivir, morir, ser, haber sido y tener que ser, se aviva y se hace lancinante hasta que se acepta, por fin, la condición humana real.

Suivant Dernier Index Démarrage
Google
  Web auriol.free.fr   


Psychosonique Yogathérapie Psychanalyse & Psychothérapie Dynamique des groupes Eléments Personnels

© Copyright Bernard AURIOL (email : )

7 Octubre 2007


[1] M. Lacheny, op. cit.

[2] Véase J.A.M.A., 18, X, 71 (48) 3347, e "Inst. Méd." 3, 74, 1972.

[3] P. Thuillier, Petit Vademecum de l'alchimiste du XXe siècle, "La recherche", n° 29, vol. 3, dit. 1972, pág. 105 ss, y también B. Roger, La lumière sortant par soi‑mème des ténèbres, Denoël, 1971, págs. 17ss.

[4] Martin, Aventure en psychiatrie, éd. Scarabée, C.E.M.E.A., págs. 203ss. Cf también Abd Ru Shin, L'homme biceps prime tout. Un sabio que, al cabo de varias décadas de trabajo serio, ha descubierto un suero capaz de socorrer cada año a centenares de miles de seres humanos, ¿ha podido alguna vez celebrar un triunfo parecido al de un boxeador que derriba a su adversario? Véase asimismo págs. 186189, "Le règne de mille ans", en Dans la lumière de la vérité, éd. du Graal.

[5] Véase igualmente a este respecto M. Pagès, La vida afectiva de los grupos, Fontanella, Barcelona 1977; se leerá asimismo con interés H. Chambron, Facultés de Lettres et Sciences Humaines, Toulouse, t., I, fasc. 1, mayo 1965 (8599), y también M. Foucault, Histoire de la folie, éd. de Poche, pág. 40.

[6] S. Légasse, Jésus et l'enfant, Gabalda, 1969, págs, 206ss.

[7] Incluso en un deporte como el yudo, que deberia excluirla, la competición se ha convertido en una plaga que perjudica al deportista en lugar de expansionarle. J. Villiaumey señala que "no es necesario interrogar a muchos practicantes del yudo para convencerse de la frecuencia con que sufren dolores raquídeos cuando practican regularmente su deporte desde hace varios años y cuando lo hacen con un espíritu competitivo ' ("La vie médicale", n° 48, sobre Medicina y deporte, feb. 1967, págs. 177­182).

[8] E. Fromm, L'homme pour luimême, E.S.F., 1967, pág. 70.

[9] Krishnamurti, La première et la dernière liberté, Stock, 1964.

[10] Cada persona puede descubrir por sí misma que no conviene "forzar" las posturas; forzarlas antes de haberlo descubierto puede suponer daños oseoarticulares graves: torticolis, ciática, luxaciones, etc.

[11] Van Lysebeth, Aprendo yoga, Pomaire, Barcelona 1978.

[12] Yo mismo he recibido el "beneficio" de una ciática izquierda y de una torticolis extremadamente dolorosa. Ùno de nuestros enfermos (M. J.) se hizo un esguince en la rodilla.

[13] El yoga utiliza experimentalmente un cierto número de comprobaciones comunes en el mundo de la filosofía, más en el sentido "fenomenológico" que en el "idealista". Pedimos a los pacientes que estén atentos a determinados estímulos en función de su yo-modificado más que en función de la informaciónsobreelmundo que constituyen. Es algo que se hace fácilmente, con tal de escoger un estimulo monótono y de apegarse a él más que de costumbre.

[14] Horacio, Odas, I, 11, 8.

[15] O. Khayyam, Robayat, Zeus, Barcelona 1963, passim.

[16] M. Foucault, op. cit.